¿Sabía usted que el primer libro de hipotecas de Quito data de 1780 y es una de las evidencias más antiguas de las deudas, promesas de pago y garantías de compra y venta de bienes inmuebles en la capital ecuatoriana?
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Este libro reposa en los archivos del Registro de la Propiedad del Distrito Metropolitano de Quito y permite transportarse hacia un Quito antiguo que no se extendía más allá de El Panecillo, al sur, y lo que actualmente es San Blas, al norte. Cada una de sus páginas fue escrita a mano, con tinta y pluma, con una caligrafía muy especial y elaborada.
Considerado un tesoro histórico, el libro está compuesto por 246 hojas donde se registraron hipotecas en el período de 1780 hasta 1789. Su valor es incalculable para la memoria de la capital, ya que, dentro de sus páginas, se resguarda una realidad social, económica y política muy lejana de la que hoy conocemos.
Este tipo de registros fueron reestructurados para el año de 1860, cuando aparecen los primeros libros de propiedades, en los cuales además de las hipotecas, también se registraban los bienes y, en algunos casos, hasta los esclavos.
El Registro de la Propiedad resguarda con un cuidado especial y hasta la actualidad estos archivos tan antiguos considerados parte viva de la memoria histórica de los bienes inmuebles de Quito.