Ecuador tiene de todo, hasta en un viaje interprovincial se puede encontrar con anécdotas que marcan la vida o la ponen en peligro. El tiktoker Guigue se caracteriza por contar momentos épicos de su vida, sus anécdotas no solo sacan una risa a sus usuarios sino que revelan las curiosidades que guarda el país y su gente.
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En un video publicado la semana pasada reseña lo cerca que estuvo de ser atacado con un cuchillo si no cumplía con un “trueque” (por minimizar el asalto con arma blanca) entre una funda de caramelos media vacía por un billete de 20 dólares.
Historia
“Cuando el caramelero te dice: ‘esta funda de caramelos medio vacía por 20 dólares o te apuñalo’. El sobreprecio ya no parece un problema”, empezó a narrar su historia.
“Viajaba de Ambato a Quito. Por las vacaciones, creo. Estaba como a poco menos de una hora de llegar cuando el bus se para en medio de la carretera a coger pasajeros. Se subieron unas cuatro a cinco personas, entre ellos un caramelero.
El man (vendedor ambulante) se cuadra frente a todos, hace un chequeo rápido de los asientos y empezó a caminar. Lanzaba los caramelos como si estuviera alimentando gallinas.
Indicaba que venía de otra ciudad y que lo habían asaltado y que no tenía dinero para regresarse. Entonces, quería un aporte voluntario y para eso eran los caramelos como una muestra de agradecimiento.
Veníamos unas nueve personas, a mi alrededor no había nadie. Solo tenía un billete de 20 dólares, era todo el dinero que traía, este man ya estaba de regreso y alcanza a ver mi billete; me arrincona hecho el gil”, acotó.
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“Oye brother apóyame con ese billete”, le comentó el caramelero. Después de recibir un calla gil, el sujeto chequea a los lados y comentó: “no hagas quitártelo” y le enseñó un cuchillo, narró el tiktoker que emuló el escenario que muchos ciudadanos a nivel nacional se enfrentan en el transporte público.
Una vez que intercambió su billete por su vida, el asaltante camuflado de vendedor terminó por hacer “un buen gesto”. El hombre en cuestión cogió un puñado de caramelos, retiro el resto de los dulces a los demás pasajeros y le entregó la funda con el contenido adentro.
“Pero no se enoje ñañito”, fue la frase del hombre que una parada más adelante se bajo de la unidad de transporte y simplemente elevó sus pulgares en muestra de buena actitud.
“Un año después se volvió a subir en el mismo punto, con la misma rutina pero yo ya tenía el dólar preparado”, finalizó su historia.