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La triste historia de Meryl Streep con su primer gran amor: tuvo un trágico final

El romance marcó para siempre la vida y la carrera de la actriz.

Meryl Streep en la actualidad  y junto a John Cazale en la película 'El francotirador'
Meryl Streep vivió una intensa historia de amor con John Cazale en los años 70 | Instagram: @queenmerylofhollywood / Universal Pictures

Meryl Streep no solo tiene una carrera, sino también una vida personal ejemplar. Y es que la actriz lleva más de 40 años dichosamente casada con el hombre de su vida, el escultor Donald Gummer.

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No obstante, antes de conocer a su marido y padre de sus hijos, la ganadora del Oscar tuvo un primer e intenso gran amor que acabó de manera trágica y la transformó para siempre: John Cazale.

La desgarradora historia de amor de Meryl Streep y John Cazale

Meryl y John se conocieron cuando se unieron al reparto de la obra Medida por medida en 1976. Ella fue elegida para encarnar a Isabella, la protagonista; mientras, él encarnaría a Angelo, el malo.

En ese entonces, Streep tenía unos 27 años y comenzaba su carrera. Cazale era 14 años mayor, fumaba puros y, si bien no era una megaestrella, era muy solicitado por los grandes directores.

Encarnó a Fredo en las dos primeras películas de la saga El Padrino y protagonizó varios filmes nominados o ganadores del Oscar a mejor película, tales como La conversación y Tarde de perros.

A pesar de sus diferencias en todos los aspectos, cuando se conocieron en la adaptación teatral de la obra de William Shakespeare en Central Park, ambos se enamoraron completamente al instante.

“No se parecía a nadie que hubiera conocido”, aseguró ella en una entrevista, según The New York Post (NYP). “Era su especificidad, y su especie de humanidad y su curiosidad por la gente, su compasión”.

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En su biografía Her Again: Becoming Meryl Streep, Michael Schulman afirmó que el romance “iba tan rápido como John iba despacio” y apresuradamente comenzaron a vivir juntos en el loft de él.

La pareja pronto se convirtió en la envidia de la escena teatral en Nueva York no solo por su amor, sino también por su talento y carisma, pero su mundo perfecto se desmoronó en mayo de 1977.

Una mala noticia

Durante aquel mes, John había estado sintiéndose tan mal que faltó a las funciones del preestreno de Agamenón, una obra que se estaba presentando en el centro de la Gran Manzana.

De acuerdo a NYP, el director Joe Papp se inquietó tanto por él que decidió pedirle una cita urgente con su médico. Algunos días después, Streep y Cazale asistieron a la consulta junto a Joe y Gail Papp.

Ninguno de los cuatro en aquel consultorio estaba preparado para el diagnóstico: el actor de 41 años tenía cáncer de pulmón terminal y ya se había diseminado por todo su cuerpo.

John se quedó en silencio. Por un momento, Meryl también”, afirmó el periodista Schulman en su libro sobre la famosa luminaria de Hollywood.

Pero ella nunca fue de las que se rinden, y desde luego no de las que sucumben a la desesperación. Levantó la vista y dijo: ‘Entonces, ¿dónde deberíamos ir a cenar?”, contó.

Tras la noticia, el intérprete dejó la obra en la que estaba; mientras Streep continuó encabezando el musical Happy End sin demostrar ni un atisbo de su angustia que preocupara a sus compañeros.

John iba al teatro a verla en ocasiones y seguía fumando puros. Ella no lo criticaba, pero le prohibió hacerlo en su camerino. En ese entonces, procuraron mantener la gravedad del cáncer entre ellos.

A la par, Cazale reiteraba que iba a mejorar. Por eso, quiso volver a trabajar y consiguió un papel en El francotirador con Robert De Niro, pero no sin que el director Michael Cimino peleara por él.

Y es que la productora, EMI Films, no quería contratarlo por su enfermedad. Se dice que John pudo participar supuestamente gracias a que De Niro habría aceptado cubrir los gastos del seguro.

Con el fin de estar con su novio, Streep aceptó ser Linda, “la chica” de la cinta; un papel que odiaba por ser “esencialmente la visión que un hombre tiene de una mujer”, dijo a The New York Times.

Luego del rodaje, la artista solo quería estar con Cazale, pero debido a las facturas médicas que debían pagar se vio obligada a aceptar protagonizar la miniserie de televisión Holocausto.

Las grabaciones se llevaron a cabo en Austria, pero como su pareja estaba muy débil, Meryl viajó sola a hacer su trabajo. No se quejó; no obstante, sufría en silencio por su amado muriendo.

En total, pasó dos meses y medio en el país europeo, mucho más de lo que le habían prometido debido a una extensión del rodaje. “Me estaba volviendo loca”, confesó después, según NYP.

John estaba enfermo y yo quería estar con él”, agregó. El director Marvin Chomsky notó su afán: “Estaba muy ansiosa por hacer su última escena y marcharse”, compartió, de acuerdo al medio.

Finalmente, cuando regresó a Nueva York, Meryl se encontró a Cazale en su peor estado.

Los últimos meses

En su regreso a finales de 1977, la pareja se desvaneció del ojo público. La histrionisa dejó el trabajo y se dedicó enteramente a su novio, cuyo cáncer ya se había propagado hasta los huesos en ese momento.

La actriz acompañó a su pareja a todas sus citas médicas y sus radioterapias. Él se debilitaba cada vez más, pero ella mantenía sus esperanzas y hacía todo lo que estuviera a su alcance.

“Siempre fue una persona de carácter fuerte, persistente y esperanzada, y creo que dedicó todo su espíritu y su fuerza a cuidar de él”, aseguró el escritor de la biografía de la estrella.

“No le gustaba dramatizar ni llamar la atención. Se limitó a hacer lo que había que hacer”, añadió. En aquella época, la artista abrió su corazón en una carta a su antiguo profesor de Yale Bobby Lewis.

“Mi novio está terriblemente enfermo y, a veces, como ahora, en el hospital”, escribió, según recogió el periódico. “Tiene unos cuidados maravillosos y trato de no quedarme parada retorciéndose las manos”.

Pero estoy preocupada todo el tiempo y fingiendo estar alegre todo el tiempo, lo que es más agotador mentalmente, físicamente y emocionalmente que cualquier trabajo que haya hecho”, reconoció.

“Está bien, Meryl”

Luego de cinco meses refugiados en su nido, a comienzos de marzo de 1978, el actor debió ser ingresado al Memorial Sloan Kettering. Ella, como siempre, se mantuvo inseparable a su lado.

Desgraciadamente, durante la madrugada del 13 de marzo de 1978, el doctor despertó a Streep para informarle que su amado había fallecido.

Meryl no estaba preparada para oírlo y mucho menos para creerlo”, anotó Schulman en su obra.

“Lo que sucedió a continuación, según algunos relatos, fue la culminación de toda la tenaz esperanza que Meryl había mantenido viva durante los últimos 10 meses”, escribió el autor.

“Ella golpeó su pecho, sollozando, y por un breve y alarmante momento, John abrió los ojos. ‘Está bien, Meryl’, dijo débilmente. ‘Está bien”. Luego de aquellas palabras, Cazale murió. Tenía 42 años.

La vida después de John

De manera irónica, aquel año estuvo lleno de éxitos profesionales para Meryl Streep. Y es que los trabajos que aceptó por el actor la catapultaron como estrella de la actuación.

Ganó un Emmy por Holocausto y la nominaron al Oscar por El Francotirador. Aparte se hizo con un papel determinante en Kramer contra Kramer y el protagónico en la obra La fierecilla domada.

La muerte de John y el dolor que atravesaba por su partida también transformaron para siempre a la estrella, de entonces 29 años de edad, en todos los terrenos de su vida.

“No habla mucho de ello”, afirmó el comunicador. “Pero ese año (1978) fue tan dramático y lleno de acontecimientos en su vida. Fue decisivo para moldear quién era como persona y como actriz”.

Sin embargo, no fueron los éxitos artísticos sino la devoción con la que cuidó a su primer gran amor la que la hizo ganarse la admiración de muchos de sus amigos y colegas en el mundo de la actuación.

Tras la muerte del actor, la artista se fue a Canadá para apoyarse en un amigo. Al poco tiempo, regresó a Nueva York y descubrió que la estaban desalojando de su apartamento con Cazale.

La famosa entonces pidió ayuda a su hermano Harry para empacar sus cosas y buscar un lugar para mudarse. Él llegó con un amigo que ofreció su loft: Don Gummer. El resto es historia.

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