En el capítulo 14 de Masterchef Ecuador, los participantes con mandil negro se enfrentaron al reto de salvación, que estuvo conformado por dos etapas. El episodio estuvo lleno de sentimientos y más de un cocinero aficionado lloró durante la presentación de sus platillos.
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En la primera etapa del reto les tocó preparar un huevo frito perfecto y el primero en lograrlo subiría al balcón. Victoria fue la primera en conseguir el huevo frito perfecto y tuvo la oportunidad de subir inmediatamente al balcón.
En la segunda etapa les dieron 45 minutos para preparar pasta fresca, sin poder utilizar ningún tipo de ayudante de cocina y debía ir acompañado de su salsa.
La mayoría optó por preparar pasta fetuccine, otros ravioli y ñoqui. Nicolás, Jamil y Alexandra destacaron con sus platillos. En el caso de Nicolas, presentó una pasta de mar con langostinos y un sofrito de vegetales. El jurado le dio muy buenos comentarios y Jorge Rausch dijo que “la pasta está en su punto, delgada con langostinos muy sabrosos.
Mientras, Alexandra preparó ñoquis de camote, con salsa estilo bolognesa. Los tres jueces la felicitaron por combinar muy bien el dulce con el salado. Ante los comentarios positivos, Alexandra dejó ver su lado más sensible y soltó unas lágrimas al recordar momentos con su familia.
La sorpresa de la noche fue Jamil, que pasó directo al balcón cuando presentó Raviolis rellenos de yema de huevo y finas hierbas. “Espectacular, bien logrado, buen plato”, fueron algunas de las palabras que usaron los jueces para describir el platillo de Jamil.
Por otra parte, Andrés y Sonnia, aunque no subieron al balcón y presentaron platillos aceptables para los jueces, tuvieron un momento de sensibilidad mientras los evaluaban. Ambos se pusieron sensibles y mostraron que los momentos en la cocina de MasterChef pueden ser duros, no solo al cocinar, también para los sentimientos.
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Sonnia expresó que Jorge Rausch le recuerda a su papá y por eso cuando la regaña o lo hace con alguien más se pone sensible. Mientras, Andrés aseguró que se debe ser fuerte en la cocina para poder salir adelante cada día.
Al parecer, la separación de los cocineros con sus familias ya está haciendo efecto y se empieza a ver reflejado en sus trabajos finales.