Ya se ha dicho y con bastante anterioridad que masticar chicle de manera prolongada puede causar importantes problemas para la salud dental, en especial las molestas e incluso dolorosas caries, por ello, la gran recomendación de todo el universo tecnológico es consumirlo poco y en la medida de lo posible, eliminarlo del hábito personal diario.
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Ahora, cuatro instituciones académicas de Japón van más a profundidad para entender como percibe el cerebro cuando se mastica el chicle. Las conclusiones indican que mascar la goma puede afectar la actividad cortical y alterar en mediano y mayor plazo los estados emocionales.
Efecto del chicle en el cerebro
Un estudio en conjunto entre la Universidad de Niigata, la Facultad de Medicina de Hyogo, la Universidad de Meiji, la Clínica Dental Sakagami y el Otemae Junior College y publicado en Frontiers in Neuroscience, determinó las respuestas emocionales provocadas por los chicles de diferentes sabores y la actividad cortical asociada con estas respuestas, en el que se destaca que el papel potencial de la corteza prefrontal izquierda en la provocación de estados emocionales durante el consumo de alimentos apetecibles (es decir, de sabor agradable) o menos sabrosos.
El experimento contó con la presencia de 36 voluntarios, en el que se les pidió masticar distintos tipos de chicles durante 5 minutos cada uno para luego calificar estos sus características en términos de sabor, olor y delicia. Mientras las personas masticaban los diferentes tipos de gomas, se registró la actividad en su área cortical mediante espectroscopia de infrarrojo cercano multicanal. Esta es una técnica de neuroimagen bien establecida que se puede utilizar para controlar la oxigenación cerebral de forma no invasiva y en tiempo real.
Yoko Hasegawa, uno de los autores principal del estudio, detalló que: “Los participantes calificaron el sabor, el olor y la delicia de cada chicle mediante una escala analógica visual. Se midieron las respuestas hemodinámicas bilaterales en los lóbulos frontal y parietal, la activación del músculo masetero bilateral y la frecuencia cardíaca durante la masticación de chicle. También se evaluaron los cambios en todos los datos medidos durante la masticación de chicle”.
Se descubrió que los voluntarios detallaron cada chicle de manera distinta, sin embargo, indicaron que un área específica de la corteza prefrontal, a saber, la sección izquierda, se activaba de manera diferente al masticar chicles más o menos sabrosos.
“Aunque las respuestas hemodinámicas de las amplias regiones del cerebro mostraron poca diferencia entre los estados de reposo y masticación de chicle, se detectó una diferencia en la corteza prefrontal dorsolateral/frontopolar izquierda correspondiente. La activación muscular y la frecuencia cardíaca no fueron significativamente diferentes entre los diferentes tipos de chicle. El procesamiento diferencial en la corteza prefrontal izquierda podría ser responsable de los estados emocionales causados por alimentos sabrosos y desagradables”, concluyó Hasegawa y el equipo investigativo de las cuarto universidades niponas.