Tecnología

WhatsApp volvería a fallar

La semana pasada WhatsApp sufrió un fallo a escala mundial que dejó a millones de usuarios sin servicio durante horas

(RITCHIE B. TONGO/EFE)

La semana pasada WhatsApp dejó de funcionar. La aplicación de mensajería sufrió problemas técnicos y puso en alerta a 1 200 000 usuarios en el mundo. La empresa anunció el retorno del servicio sin dar muchas explicaciones, pero deja atrás la pregunta de por qué fallan tanto sus servidores y qué puede hacer Facebook para solucionarlo.

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«Las comunicaciones son parecidas a sistemas de puentes: imagina que por uno empiezan a pasar coches y más coches hasta que llega un punto en el que se produce un atasco y se colapsa», explica a Teknautas el CEO y fundador de Noysi, una alternativa española a Slack, Hector Castillo.

Si hay demasiados coches, ¿por qué la empresa no crea más puentes? «WhatsApp crea miles o millones de ‘puentes’, pero por probabilidad matemática puede llegar un punto en el que todos colapsen. Es casi imposible gestionar las comunicaciones de miles de millones de personas porque hay cuellos de botella físicos, a veces por el protocolo o a veces por el certificado de seguridad».

Son los famosos picos, muchas veces difíciles de prever, que han hecho que WhatsApp haya fallado en otras ocasiones, como en Fin de Año del 2015. No así en la de 2016, donde WhatsApp ‘resistió’ los 63.000 millones de mensajes enviados.

«Se puede hacer un cálculo de la media y luego controlar los picos, pero tampoco puedes sobredimensionar la infraestructura», comenta Castillo.

Los picos son como un terremoto: difíciles de adivinar, sacuden de repente y no dejan tiempo a reacciónar. «Los sistemas de autoescalado tardan más de 30 segundos en actuar».

Castillo define la caída de un gigante como WhatsApp como «una pescadilla que se muerde la cola», debido a la ingente cantidad de datos que se envían cada segundo.

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«Si se interrumpe el servicio, al intentar reconectarlo al cabo de un minuto ya no hay 10 millones de mensajes en cola sino 200 millones, por lo que el problema de levantar el servicio es cada vez mayor».

Actualización fatídica

Un cuello de botella no es el único culpable que pudo causar una de las mayores caídas globales de la aplicación: «Me consta que WhatsApp está cambiando su arquitectura y haciendo una migración a nuevos servidores con un sistema más distribuido», comenta Castillo. Estas palabras coinciden con el tuit publicado por la cuenta @WABetaInfo hace un par de días, en el que se anunciaba un «cambio radical que será increíble».

Es la misma hipótesis que apoya el experto en experiencia digital de Dynatrace, Dave Anderson, en esta entrevista a la ‘BBC’: «WhatsApp envía una nueva versión de la aplicación cada pocos días y es probable que el estar creando código nuevo cada poco tiempo suponga que a veces no esté listo para su lanzamiento».

La posibilidad de una falla es más alta de lo que parece: «Cada desarrollo viene con un riesgo. Sólo se necesita una línea de código errónea y la aplicación puede fallar».

El número de personas conectadas a internet no deja de crecer y Facebook ya roza los 2.000 millones de usuarios. En este contexto es muy difícil crear un sistema estable que resista picos y actualizaciones.

Castillo cree que solucionar el problema hoy «es matemáticamente imposible», a menos que se utilizaran kilómetros y kilómetros cuadrados de servidores. «Quizá en cinco o diez años, cuando evolucionen los sistemas de cómputo, se pueda solucionar, pero con la computación actual es imposible».

Fuente: El Confidencial

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