Hay un poco de colonialismo, incluso, a la hora de evaluar las emociones por culturas. Generalmente, a los latinos se les estereotipa exagerados, dramáticos, como buenos productores de telenovelas que son. Y el estoicismo tan propio de sociedades europeas, asiáticas y anglosajonas que sufrieron grandes guerras, cambios económicos y otros sucesos en el siglo pasado, parece difuminarse en este siglo para pasar de mirar con desdén a otros contextos y aceptar las emociones en el suyo. Cuando llorar puede ser más que un “simple drama”
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Esto ha pasado en Japón, por ejemplo, donde Hidefumi Yoshida, descrito a sí mismo como el “maestro de las lágrimas”, da motivación a sus compatriotas para llorar en un sistema que aún dominado por el confucianismo, como el resto de países asiáticos en el extremo Este, lo veía como símbolo de deshonor y debilidad. Yoshida se ampara en el hecho de que llorar libera el estrés y da bienestar, y ha educado a la gente en los beneficios de llorar. Así, dice que ha ayudado a más de 50 mil personas en los últimos siete años y medio.
“La solución de las emociones está enfocada hacia las conductas que generan esta emoción. Obviamente, llorar no es parte fundamental de la solución, por lo que luego de que lloramos una hora seguida, el problema sigue existiendo”
Un fenómeno así sería una rareza en el mundo occidental, donde si bien se ha criticado el llorar en espacios públicos, se habla cada vez más abiertamente sobre las emociones, su manejo, las enfermedades mentales y sus efectos. En Estados Unidos, la Alianza Nacional de Enfermedad Mental, mostraba que el año pasado 1 de cada 5 estadounidenses tenía trastornos de enfermedades mentales anualmente y el 51% de ellos creía que al tener una condición así, se podía sufrir de discriminación.
Cuando llorar puede ser más que un “simple drama”
De hecho, el 35% de ellos dijeron haberla padecido. “El estigma social, de hecho, va hacia todas las emociones. Tiene que ver con la capacidad de control de estas emociones que catalogamos como positivas o negativas, pero en general son socialmente repelidas.
Y el llanto es una expresión que evoca esta emotividad y por eso genera tanto estigma”, le explica a Metro la psicóloga conductual de la UNAM, Sara Julieth Leo.
Pero eso en un año en el que se desintegró todo, hasta la economía, es quizás irrelevante a estas alturas: justo, ahora, en un mundo donde los sistemas de salud están colapsados por la pandemia y esto también se extiende a los servicios de salud mental, según la OMS y en donde millones de personas han sufrido estrés, ansiedad y angustia por su presente y futuro (de hecho, el 33% de los estadounidenses confiesan haber sufrido algún tipo de enfermedad mental gracias a la pandemia, según el portal Statista), hablar de ello, y expresarlo se vuelve cada vez más imperativo y crucial .
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Pero, ¿llorar sirve de algo?
“Las lágrimas sí pueden ayudar a liberar el estrés en situaciones como tal al liberar varias toxinas. Para relajar todos los sistemas, pero esto es de manera moderada, porque ayudan a sentir cierta liberación. Y esta catarsis que se hace a través del llanto también nos lanza esta señal de que hemos liberado la emoción y nos ayuda a sentirnos más tranquilos”, confirma Leo. Pero, de todos modos, expresar la emoción tiene que seguir un curso más utilitario: poder manejarla a través de ayuda, de terapia y así convertir el estrés y otras situaciones contraproducentes para el individuo en una manera de poder cambiar sus comportamientos para generar su bienestar.
“Todas las emociones son funcionales y situacionales. La solución de las emociones está enfocada hacia las conductas que generan esta emoción. Obviamente, llorar no es parte fundamental de la solución, por lo que luego de que lloramos una hora seguida, el problema sigue existiendo. De esta manera, llorar no es funcional, pero es más perentorio generar conductas funcionales, a la larga”, añade la experta.
Y eso es lo importante: no estigmatizar ni reprimir la emoción. Expresarla. Pero a la larga, saber qué hacer con ella para que vaya más allá de una reacción espontánea que genere empatía, pero que se quede en simplemente nada. Ser escuchado es un alivio, pero también saber qué hacer luego de que hemos expresado una emoción de manera válida, es mucho más importante.
Hablamos con el psicólogo Camilo Arbeláez para saber más sobre los estigmas detrás del llanto y sus beneficios.
3 preguntas a…
Camilo Arbeláez, psicólogo y CEO de Enterapia.co
¿Por qué la gente suele reprimir la tristeza?
La tristeza es un sentimiento natural que los seres humanos podemos experimentar en muchos momentos de la vida y su connotación negativa hace que muchos traten de reprimir ese sentimiento. Una de las cosas que pasa es que la tristeza viene acompañada de llanto, que es una respuesta del organismo. Entonces, las personas alrededor de una situación de tristeza lo que hacen es que el que llora cambie esa emoción lo más rápido posible, porque algunas veces se sienten más incómodas que la misma persona que está triste. Esto también genera culpabilidad en el que llora y esto desemboca en que la tristeza y llanto se van reprimiendo y va a ser más traumático al acumularse sentimientos por muchas situaciones y luego esta no se expresa de manera adecuada. En terapia, las personas tienen espacios para expresar esto. Es por eso que cuando expresamos tristeza y llanto casi que el sentimiento es de alivio.
¿Por qué la tristeza es negativa para muchas personas?
Básicamente porque pensamos que no hay algo bien con esa persona. Los humanos rotulamos: cosas negativas y positivas. Pero las emociones deben ser entendidas como emociones: no porque la frustración sea negativa no tenemos derecho a no sentirla, son emociones como todas, y hay momentos para expresarlas. Aunque consideremos la ansiedad como algo negativo, esta nos ayuda a responder ante el peligro y la presión y nos ayuda a responder de manera adecuada. Las emociones tienen posibilidades positivas si las experimentamos. La tristeza ayuda en que nosotros buscamos siempre la felicidad todo el tiempo. Si entendemos que hay momentos también tristes, será recibida de manera distinta.
¿Cómo canalizar la tristeza?
–No solo se trata de dedicarnos a expresar tristeza ni sentirnos tristes: quedaría un vacío grande. Hay que destinar espacios. Espacios para ciertas funciones y prácticas y pasa lo mismo con las emociones: hay momentos en los que yo me doy las oportunidades de estar triste, llorar, expresar sentimientos. Luego hay otros en los que entiendo qué quiero para mi vida y desarrollar acciones. Incluso, sintiendo tristeza. Si solo me resigno a la emoción es difícil cambiar mi estado y cuando esta ya consume la vida, es necesario buscar ayuda.