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Moda y responsabilidad social: más allá del “white savior”

Dos maestras de dos de los institutos de moda más importantes del mundo nos muestran cómo trabajar en proyectos comprometidos, éticos y equitativos en moda y comunidades.

En la mayoría de ocasiones, cuando una marca –sea grande o pequeña– trabaja con una comunidad vulnerable o muestra sus realidades, quienes poseen el capital cultural y económico son los que se llevan todo el crédito. Y lo peor: tratan a aquellos miembros como fenómenos de circo u artesanías exóticas para fotos de Instagram. “Estamos salvando al mundo”. Moda y responsabilidad social: más allá del “white savior”

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De esta manera, se contribuye a crear el mismo retrato paternalista de siempre, donde la responsabilidad social sirve para vender camisetas y para que otro white savior tenga una foto llena de likes con el emprendimiento hecho del talento de otros.

Moda y responsabilidad social: más allá del “white savior”

Pero hay personas que hacen las cosas con su trabajo en la academia y que laboran en dos de los mejores institutos de moda del mundo: Claire Swift, es Directora de Responsabilidad Social de London College of Fashion y Lucía Cuba, maestra asistente de Diseño de Moda en Parsons The New School. Ambas le cuentan a Metro de sus proyectos y cómo ir más allá de esta visión.

“Responsabilidad social es entablar relaciones e impacto duradero”

“Nosotros queremos educar a la gente, romper barreras y hacer todo en conjunto. Entender que el contexto de las comunidades vulnerables  es más complejo aún con la pandemia, por lo que tenemos que hallar la forma de ensalzar esas voces para que sean escuchadas. Nosotros queremos hacer cosas que duren y construir entendimiento y confianza”, le explica a Metro Swift, quien comenzó a ver cómo el diseño y su forma de solucionar problemas podía aplicarse a la vida real.

De esta manera comenzó, desde 2010, con sus estudiantes, a trabajar con las mujeres encarceladas. Entre sus proyectos se encuentra “Processions”, homenajeando el centenario del sufragio femenino con las mujeres de la prisión de Downview (Inglaterra) en 2018, a través de piezas bordadas, y Making For Change, que funciona desde 2014 y que da a las mujeres presas de Downview capacidades para crear piezas de moda, así como empleabilidad, a través de prendas recicladas. Y estas habilidades les permiten encontrar empleos posteriores en la industria manufacturera y de confección de la ciudad.

“Las mujeres presas son dedicadas, motivadas y con este proyecto involucramos a marcas que tampoco quieran continuar con el ciclo contaminante de la moda. Making for Changes es cómo cambiar los imaginarios de las mujeres presas ante la comunidad y no imponemos hojas de ruta, simplemente ayudamos y co-creamos”, explica Swift.

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“Nosotros queremos educar a la gente, romper barreras y hacer todo en conjunto. Entender que el contexto de las comunidades vulnerables es más complejo aún con la pandemia, por lo que tenemos que hallar la forma de ensalzar esas voces para que sean escuchadas”

Otro proyecto es Traces, que se sitúa en el sector del East End, en Londres, manufacturero, que rescata los talentos ocultos de la zona, habla de los orígenes de este espacio y provee una plataforma para dar una narrativa a través de los proyectos de moda.  La idea de Swift y sus estudiantes, es, en últimas, dar una plataforma para cambiar vidas, coproducir y visibilizar talentos.

Y esa también es una de sus misiones: “La gente joven te invita a repensar cómo trabajas y a responder ante lo que pasa en el mundo. Son disruptores y desafían la industria. Ellos son los que la pasan más mal en este papel y debemos apoyarlos y unirlos para combatir todas estas barreras, apoyarlos para que hagan estos cambios. Sí, la moda es una industria capitalista, basada en la idea del consumo, pero los trabajos que hay en ellas deben ser éticos, justos y responsables”, afirma.

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También piensa que si bien la responsabilidad social se usa para vender prendas, las marcas pequeñas y los consumidores son quienes empujan a las marcas más grandes a ser más responsables: “Es un cambio sistémico. Estas marcas ya no pueden ignorar más asuntos concernientes con la emergencia climática, las protestas, etc. Hay que responder. Si bien la moda es capitalista, puede estar en medio y adquirir compromisos sociales. Conglomerados como Kering lo están haciendo, aunque las marcas más pequeñas son más honestas y auténticas comprometiéndose”, añade.

Swift también trabaja en otro proyecto llamado Conscious Contemporary Tailoring, apoyada por la Fundación Zegna, que se enfoca en rehabilitar a jóvenes envueltos en crímenes con drogas. Estos pueden capacitarse a cambio de la sentencia de prisión, en habilidades de moda.

Lucía Cuba: “Es problemática la categoría de moda activista”

La académica de moda y maestra asistente en Parsons, quien ha mostrado las diversas realidades de su país, Perú, a través de los recursos de la moda, se desliga de una categoría ampliamente repetida para enmarcar su trabajo.

“Es como el green washing. Una etiqueta problemática, porque ambos términos no pueden juntarse como en una sinergia. Hay una respuesta genuina a procesos sociales y la moda en sí misma está lejana de esos procesos críticos. No es que no se tengan, pero esto se mercantiliza. Y desde mi práctica, sí parto de la moda, pero el activismo es aparte”, le explica a Metro.

Uno de los proyectos más importantes de la académica, quien además es psicóloga y tiene formación en salud pública, ha sido “Artículo 6”, que denuncia las esterilizaciones forzadas de parte del gobierno de Alberto Fujimori a miles de indígenas en situación de vulnerabilidad y la impunidad y el silencio a los que muchos de ellos se enfrentan aún buscando justicia.

“La moda activista es una etiqueta problemática, porque ambos términos no pueden juntarse como en una sinergia. Hay una respuesta genuina a procesos sociales y la moda en sí misma está lejana de esos procesos críticos. No es que no se tengan, pero esto se mercantiliza”

Este proyecto fue parte de la exhibición “Nuevos Territorios: Laboratorios de diseño, artesanía y arte en América Latina”, en el Museo de Artes y Diseño (MAD), en Nueva York, en 2015. Cuba comenzó a interesarse en este hecho histórico de su país poco a poco. Y también entender su rol para mostrarlo de una manera respetuosa y relevante. “Con mi carrera he repensado este rol. El diseño es un canal para llegar a la gente, por sus valores de funcionalidad y comunicación masiva, así como para llevar contenidos y mensajes. Debo repensar el diseño como plataforma a partir de su estudio crítico y disciplinar y que tenga una propuesta teórica que vaya más allá de un objeto comercial  y sistema de expresión capitalista y cómo vincularme a estas narrativas convencionales. En el caso de ‘Artículo 6’, estoy consciente de ello y por eso hago uso de estos canales, entendiendo que los objetos vestibles que he creado pueden generar una reacción en la audiencia para buscar más información al respecto”, le explica a Metro.

Por otro lado, piensa que “dar voz” a las víctimas y sus historias a través del vestido es neomesiánico. “Yo no soy la primera persona que asume el caso en la práctica creativa, ni tengo ninguna solución, tampoco llegará a millones de personas. Mi medición es de impacto, por eso no va en la cantidad de gente que impacta. Es una activación simbólica: con alguien que pueda percibir esto a través de un objeto vestible, o como cuando se leían blogs, una persona se enteraba del tema, ahí es que este objeto tiene significancia y se mantiene vivo el tejido y la memoria social en forma de reconocimiento y respeto que les dan a las miles de personas afectadas por esto”, afirma.

En 2013, Lady Gaga llevó uno de los vestidos de este proyecto y a pesar de lo que representa la moda en su acepción más capitalista y comercial, en últimas, el objetivo social del proyecto de Cuba era ese, que todas las personas pudieran activar simbólicamente la pieza, sin importar su origen. “Mi única limitación hubieran sido los Fujimori”, añade, aludiendo a las figuras públicas obvias de esta historia, los perpetradores de esta violación a los derechos humanos.

“Con ellos se hubiera entablado, primero que todo, otro tipo de conversación”. Y eso, al final, es lo que desea hacer Cuba: entablar conversaciones sobre moda y sociedad, y su impacto, más allá de la mera apreciación.

 

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