La xenofobia no da tregua en el Ecuador. Los episodios dolorosos para los extranjeros siguen siendo pan de todos los días, sin olvidar a la gente que sí es receptiva con otros seres humanos que son iguales, pero con acento diferente.
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Hay extranjeros que piensan que hablar con el conductor de un taxi es una lotería y capaz es mejor sólo usar monosílabos. En el momento que llega la pregunta ‘¿de dónde eres?’ se siente esa incómoda duda al no saber si llegarán los comentarios hirientes sobre tus coterráneos o tu lugar de nacimiento.
“Se parece a esa tortura china de las gotas de agua que caen sobre la frente”, dice José Emmanuel Pineda, un ciudadano venezolano que pronto dejará el Ecuador para ir a seguir trabajando en otra parte del mundo. La xenofobia ya lo atormentó mucho y terminó por alejarlo.
“Al inicio y cuando aún son pocas gotas, no se les da importancia, pero cuando ya son 500 llegan a desesperar y te golpean sicológicamente”, dice.
Otras personas que vienen de diversos lugares y muchas veces trabajan en atención al cliente o tienen mucho contacto con la gente, buscan en ocasiones algo de oxígeno en una mentira a cerca de su origen.
‘¿Tú no eres de acá verdad? Tienes acento raro’ le dijo un hombre con mirada déspota a una chica del extranjero, mientras ella lo atendía en un trámite. ‘Soy de Guayaquil’, le respondió ella para intentar blindarse de los malos tratos.
‘¿Por qué contratan tanta gente de afuera?’, ‘Tú deberías pensar en regresar a tu país’, ‘Capaz en tu país las cosas funcionen de otra forma’. Son algunas expresiones que los extranjeros escuchan frecuentemente, pero que se hacen más dolorosas cuando uno mira la expresión negativa en el rostro de quien las dice.
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“Somos países hermanos, así dice la historia. La mayoría venimos a trabajar duro, a ganarnos la vida sin hacer daño a nadie, aunque siempre hay unos pocos que hacen quedar mal”, comenta José.
Él se va pensando que en Ecuador no todo fue malo y conoció muchísima gente grandiosa, pero algo le queda claro: en este país que también es de millones de migrantes, aún debemos ser más receptivos.
La ‘gota que derramó el vaso’
José Emmanuel contó el último acto de xenofobia en Ecuador y que le llevó a tomar la decisión de marcharse.
Lo compartimos con nuestros lectores para juntos seguir creando conciencia que todos somos iguales en este mundo y solo nos queda darnos la mano, más aún en esta coyuntura difícil que estamos atravesando.
José salió a las 18:00 de su trabajo en El Recreo. Pidió un taxi para ir a su casa tomando en cuenta que el toque de queda iniciaba a las 19:00. Al tercer intento llegó uno, cuyo conductor tuvo una actitud muy déspota.
‘¿Va hacia el norte o el sur?, porque si va al sur yo no le puedo llevar’. Así fue el saludo del hombre. Luego que José le dijo que iba hacia el norte, el conductor le respondió con una extraña mueca en el rostro: ‘Tú no eres de aquí. Me huele que tú eres de afuera’.
Desde las 18:30 cuando José tomó el taxi hasta las 18:45 cuando este conductor lo dejó botado en el mismo sitio donde lo recogió, el hombre fue hablando mal de los extranjeros.
Un minuto antes de pedirle que se baje del taxi y luego de haber estado manejando por varias calles en el sur de la urbe sin ningún sentido, el conductor le dijo a José: “Yo no te voy a llevar a ningún lado porque tú no eres de aquí, este carro es mío y nadie me obliga a transportar a quien yo no quiero”.
Esa ocasión, José no pudo llegar a casa en el horario estipulado. Decidió contar el incómodo episodio en las redes sociales donde muchos reaccionaron de manera diversa. La intención solo fue poner el problema sobre el tapete para reflexionar.