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¿El COVID-19 ayudaría a visualizar un futuro más sostenible?

El siglo XXI ha soportado hasta ahora los virus del: SARS, Mers, Ébola, gripe aviar, gripe porcina y ahora COVID-19. Si efectivamente hemos entrado en una era de pandemias, se tendrían que diseñar las ciudades del mañana de manera que los espacios públicos y el exterior no se conviertan en una zona prohibida, sino que siga siendo un espacio seguro y habitable.

La pandemia del COVID-19 visibilizó los problemas estructurales del modelo económico y las carencias del sistema de protección social a nivel mundial, por lo que Ecuador no fue el único país que colapsó en el sistema sanitario. La Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, llamó a priorizar pactos en sectores estratégicos y prioritarios para avanzar hacia un gran impulso ambiental.

Priorizar el impulso ambiental

El virus ha obligado a la necesidad de repensar el desarrollo y formular respuestas para un mundo post COVID. “Se requiere un Estado de Bienestar con base en un nuevo pacto social (fiscal, social y productivo) que incluya la universalización de acceso a los derechos, ingreso básico universal y un sistema de cuidados”, subrayó.

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A la misma conclusión llegó César Yunda Rodríguez, ingeniero ambiental y experto en manejo de riesgos naturales de la UTE, cuando conversó con este Diario sobre los cambios que nos trajo el virus y cómo debemos ahora adaptarnos a la nueva realidad. “Dado cuenta de la falencia que tiene el país con el tema de desarrollo sostenible, este debe ser el mejor momento para dirigirnos hacia una sociedad más sustentable y preparada para este tipo de eventos.

La crisis sanitaria que se desató debido a la pandemia también develó una crisis alimentaria, debido a que muchas personas no tuvieron acceso a los mercados y a los víveres necesarios. La cuarentena se rompió debido a que miles de personas debieron salir de sus casas a buscar el pan de cada día. “En ese problema, nosotros como seres humanos independientes, más allá de lo que el gobierno nos pueda aportar, podríamos implementar ‘huertos urbanos’ en zonas pequeñas. Hay muchas plantas que puedes tener en tu casa y en poco tiempo las puedes comer como la lechuga, el tomate, pimiento, cebolla. Si lo aplicáramos y cabe recalcar que bastante gente sí lo hizo en la cuarentena, se cambiaría el pensamiento de ir a un lugar a abastecerse de comida y nos volveríamos autosustentables en conseguir los alimentos”.

La construcción, otra salvación

La salvación también podría estar en los nuevos diseños de la construcción donde se pueda introducir la tecnología que nos permita ir por la vida sin entrar en contacto directo con nada que nos rodea. La arquitecta de la UDLA, Daniela Angulo, también mencionó que el diseño de las construcciones deberá cambiar con la creación de balcones, aunque ya se han visto en algunos edificios de Quito, “la gente necesita la relación con el interior y el exterior. Esto, porque en la cuarentena pudimos sentir una especie de claustrofobia. Ahora las nuevas construcciones deben tener los principios básicos: una buena ventilación e iluminación”, agrega.

“El terremoto del 2016 también develó que el país es carente en construcción debido al factor socio económico, las personas sin conocimientos crearon sus propias casas, sus edificios, con materiales que no cumplen con las normativas. La mayoría de los hogares no son funcionales, ni brindan confort al ser humano y ese también fue un motivo para que las personas abandonen la cuarentena porque viven en hacinamiento, además que esto también provocó más contagios. Esto nos impide tener también un desarrollo sostenible y el COVID-19 develó también esta falencia”.

¿Se deberá seguir construyendo igual?

El coronavirus afectará directamente al sector de la construcción quien deberá plantearse medidas a corto y mediano plazo. Por ejemplo en analizar si se continuará construyendo el mismo número y el mismo tipo de viviendas. Los expertos apuntan que, siempre que la economía lo permita, el sentimiento de vulnerabilidad frente a nuevas pandemias hará que aumente la demanda de viviendas más sostenibles y en entornos más saludables.

Este cambio de paradigma provocado por el Covid-19 también ha hecho que nos planteemos la necesidad de vivir en casas más naturales, más sostenibles, más saludables. La incorporación de elementos que mejoren la salud también se traslada a los equipamientos como escuelas, hoteles, oficinas u hospitales.

Un posible ejemplo de construcción sostenible son los edificios en los que la madera es el elemento principal. Un estudio publicado recientemente por la Universidad de la Columbia Británica y FPInnovations concluye que hay una estrecha relación en cuanto a la madera y la salud humana.

La presencia de madera en interiores reduce la activación del Sistema Nervioso Simpático y la reacción de nuestro cuerpo frente al estrés. La composición química de la madera presenta similitudes con la de nuestro cuerpo, por lo que, a nivel energético, es un material que aporta equilibrio entre cuerpo y mente y con la naturaleza. A esto también se le debe aumentar la creación de espacios funcionales que sean libres de contaminación y desarrollo de áreas verdes.

Daniela Angulo señaló que para llegar a ser una ciudad sustentable es menester la creación de viviendas pasivas. Estas regulan la temperatura, la humedad, las concentraciones de CO2 y otros patógenos y contaminantes cuidando nuestra salud. Además de contar con un aislamiento adecuado, este tipo de viviendas filtran todo el aire que se introduce para la renovación higiénica, garantizando unas condiciones óptimas de confort en el interior.

Transporte eléctrico y alternativo

También hay que rediseñar los espacios públicos para que también funcionen como áreas de logística y tratamiento en las ciudades para epidemias como la que vive el mundo hoy. En Quito pudimos evidenciar, un aumento del uso del transporte alternativo, por lo que el Municipio tuvo que rediseñar las vías para un uso exclusivo de la bicicleta. Es un aspecto positivo, dice la ingeniera ambiental en prevención y remediación de la UDLA, Pamela Acosta. Indicó que la capital registró el índice más bajo en contaminación.

“Las emisiones de dióxido de nitrógeno (NO2), monóxido de carbono (CO) y material particulados fueron un 70% más bajas durante el aislamiento. Lo ideal es que las personas se sigan sumando a utilizar un transporte alternativo para evitar contagios y así mejorar la movilidad en la ciudad”.

Entre los enfoques más integrales para hacer que las ciudades y los edificios sean saludables está agregar más espacio al aire libre a sus diseños, incluso en los edificios más altos. Yunda mencionó que esa es la tendencia que deberíamos aplicar. “Una ciudad más verde, los edificios verdes con jardines colgantes ya los hemos visto, aunque muy pocos en la capital. Estos ayudan a la visibilidad y proporcionan el oxígeno que necesitamos”.

Promover un cambio hacia el transporte público y electrificar el sector del transporte es esencial para mejorar la calidad del aire y reducir las emisiones. Los beneficios podrían ser enormes. Si la flota actual de autobuses y taxis se cambia a vehículos eléctricos, Latinoamérica podría ahorrar casi US $ 64 mil millones en combustible para 2030, evitar la emisión de 300 millones de toneladas equivalentes de dióxido de carbono y salvar a 36,500 personas de muertes prematuras.

Afortunadamente, no necesitamos una pandemia para construir una sociedad sostenible, dado que el mundo ya tiene gran parte de la tecnología, las políticas para hacerlo. El COVID-19 bien podría estar ayudándonos a visualizar un mundo más sostenible. A medida que salgamos de esta crisis, reducir la contaminación del aire y electrificar el transporte son dos formas de avanzar hacia un futuro más sostenible y resiliente.

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