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Médicos ecuatorianos rechazan el uso del dióxido de cloro en el tratamiento del COVID-19

Largas filas en Bolivia por el dióxido de cloro pese a estar desautorizado EFE

Los miembros del Consenso Multidisciplinario Informado en la Evidencia sobre el Tratamiento de COVID19 reaccionan acerca del uso del dióxido de cloro.

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El debate se amplió por la comparecencia sobre el tema ante una comisión de la Asamblea Nacional. Además, por un comunicado al Ministro de Salud Pública por parte de algunos miembros de la Iglesia Católica.

Mediante un comunicado el Consenso Multidisciplinario rechaza el uso del dióxido de cloro en el tratamiento del COVID-19 en cualquiera de sus fases. «Así como el uso de otras substancias semejantes que, camufladas detrás de la denominación de “medicinas alternativas y complementarias”, no contribuyen en absoluto al manejo racional y eficaz del tratamiento de las personas afectadas».

Autoridades en Bolivia advierten de que el dióxido de cloro no está autorizado para tratar la COVID-19

¿Cuáles son los motivos del rechazo? 

En el documento explican los puntos de esta posición que son los siguientes:

  1. El dióxido de cloro es un desinfectante con actividad contra varios agentes infecciosos, incluidos bacterias y virus, cuando se lo usa en superficies y objetos inertes, no hay un mecanismo de acción validado por la comunidad científica que indique que su consumo por parte de seres humanos permita el aclaramiento de partículas virales, en este caso del SARSCoV-2 o la cura de cualquier condición médica.
  2. Existe evidencia documentada del riesgo para la salud que supone el consumo de una substancia como el dióxido de cloro y que tiene efectos tóxicos ampliamente conocidos, los cuales sobrepasan los presuntos beneficios atribuidos a esta substancia.
  3. Los testimonios brindados por personas que refieren la cura del COVID-19 tras el consumo de este compuesto químico, son producto de sesgos dados por la propia naturaleza de las enfermedades virales, las cuales se resuelven espontáneamente gracias a la actividad del sistema inmune, es decir se autolimitan o son producto del efecto placebo.
  4. La promoción de cualquier substancia no farmacológica por parte de médicos o el personal de salud en general como un potencial tratamiento para una enfermedad, sin que haya sido demostrada y que provenga de información seudocientífica no validada, no reproducible o incluso manufacturada y que conlleva un riesgo cuantificable para la salud, representa una grave violación a los principios éticos que rigen a la profesión médica
  5. El consumo de estos productos puede generar una falsa sensación de seguridad en el usuario que por haberlos utilizado retrase la búsqueda de cuidados médicos validados científicamente en caso de presentar cualquier tipo de complicación, lo que supone el desarrollo de cuadros más graves y potencialmente fatales de la enfermedad.
  6. Crea en la población una sensación de desconfianza.  Se manipula de forma mediática y psicológica a las personas para hacerlas pensar que la medicina convencional altera información con el fin de ocultar estas curas milagrosas, con el objetivo de favorecer oscuros intereses asentados en teorías conspirativas sin fundamento.
  7. Los promotores de este producto muchas veces son personas ligadas a corrientes seudocientíficas de la salud, las cuales han sido refutadas y desmentidas en repetidas ocasiones por investigaciones científicas serias, pero que aprovechan momentos de pánico para volver a poner en la palestra productos que han demostrado su ineficacia paran curar enfermedades en múltiples ocasiones y que son inclusive inseguros para el consumo de la población. Estas posturas además van en contra de los esfuerzos y quieren desacreditar a los investigadores, médicos y trabajadores de la salud en sus esfuerzos continuos precisamente para luchar contra esta y otras enfermedades.
  8. La promoción de estas substancias, como el CDS no representa el uso de una corriente médica tradicional o alternativa reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), siendo apenas manifestaciones seudocientíficas extranjeras sin sustento histórico, ni antropológico, ni cosmogónico y que no tienen correlación ni asidero en los sistemas de creencias de la población del Ecuador.
  9. Finalmente, la promoción sin evidencia de estos productos resta autenticidad a los métodos científicos adecuados para la validación de potenciales tratamientos para la enfermedad, puesto que de darse credibilidad al uso de estas substancias se pueden menoscabar los esfuerzos serios de investigación en nuestro medio con el fin de identificar potenciales terapéuticos.

 

Los miembros denuncian que la promoción del consumo del CDS representa un atentado contra la salud.

«Su consumo conlleva un riesgo directo para la salud colectiva; tanto por los efectos adversos de dicha substancia como insuficiencia renal, hemólisis, insuficiencia respiratoria y otros, como por los potenciales riesgos y complicaciones relacionadas con el retraso en la búsqueda de un tratamiento médico oportuno para la COVID-192

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Además, rechazan la promoción de cualquier tratamiento contra la COVID-19 que no tenga un asidero en la investigación científica.

Aclaran que esto no involucra a aquellas prácticas tradicionales y ancestrales de la salud y que se encuentren debidamente sustentadas.

Finalmente, solicitan se facilite la elaboración de protocolos científicos para el estudio de potenciales alternativas terapéuticas farmacológicas contra la COVID-19 en Ecuador.

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