El Centro de Rescate Animal San Isidro, ubicado en el cantón Isidro Ayora, provincia del Guayas, funciona desde el 2007 como un refugio de animales silvestres, donde en la actualidad habitan 150 animales, entre reptiles y mamíferos.
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Cuenta con los permisos del Ministerio de Ambiente para mantener y conservar a las especies que ahí habitan, las mismas que han sido rescatadas de circos o abandono y que también han nacido dentro de ese espacio.
Gabriel Anhalzer, administrador del Centro y activista de los animales, recibió a un equipo de diario Metro que visitó el lugar para conocer de cerca la gran labor que en el se realiza.
De Guayaquil a Isidro Ayora hay 90 minutos de distancia aproximadamente. La temperatura llegaba a los 30 grados cuando en compañía de Gabriel comenzamos a explorar el centro de rescate. Se sentía como estar en un safari, pero sin coches blindados ni animales caminando al libre albedrío, porque no se trata ni de un zoológico ni de un lugar de entretenimiento. “Este lugar está hecho para que los animales vuelvan a su hábitat. Para que recuperen su tranquilidad y su calidad de vida”, explica Gabriel.
“Ha sido parte de mi vida, yo tenía 15 años y jugaba con leones bebés en el día a día. El centro nació cuando mi padre recibió una petición de la fundación Protección Animal, nosotros les donábamos comida, pero ya después decidimos abrir y dedicarnos a trabajar en este espacio, donde leones, monos y otras especies que vivían en cautiverio, hoy puede disfrutar de la libertad”, comparte. Un total de 150 animales silvestres habitan en ese refugio. Ahí los alimentan, cuidan de su salud, les dan seguimiento a su reproducción, entre otras acciones.
Un pequeño granito de arena que suma a las acciones contra el tráfico de animales silvestres.
La veterinaria Nathalia Subía cuenta que hay especies de mamíferos y reptiles.
“Mamíferos como tigrillos, leones, saínos y primates no humanos. En reptiles tenemos tortugas, cocodrilos y caimanes”, señala la veterinaria. Las historias son conmovedoras. Gabriel recuerda que “un mono llegó con pañales puestos, porque no querían que ensuciara el lugar de donde fue rescatado”. El objetivo final de este refugio es brindar bienestar a los animales que han sido rescatados del tráfico ilegal de fauna silvestre, haciendo consciencia de que no son mascotas y no se puede afectar al ecosistema sacándolos de su hábitat.