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Agustín Albán: “Solo hace falta voluntad para modernizar la universidad ecuatoriana”

La Educación Superior ecuatoriana podría llegar a ser un referente en la región, y al parecer, los primeros pasos se lograrían con la voluntad de cambiar y modernizar el sector.

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Agustín Albán, actual secretario de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) cree en las oportunidades que se pueden generar para lograr la excelencia y la calidad, con un trabajo en conjunto entre Estado y universidades, donde se priorice el bienestar de la juventud ecuatoriana.

¿En qué estado se encuentra la educación universitaria de nuestro país?       

En urgente necesidad de modernización. Creo que necesitamos un cambio. No quiero usar la palabra “ideología” pero necesitamos un cambio de paradigma para modernizar la forma en que hacemos las cosas en la universidad, tanto en la pública como la privada.

Necesitamos abrirnos a lo que está pasando en el mundo y adaptarlo a nuestro contexto. Hay sectores que ya están aplicando la tecnología en sus actividades, como el de turismo y la banca, y ahora, el de la educación universitaria será el próximo. Si seguimos pensando en un modelo tradicional, de aula y profesor, nunca nos van a alcanzar los recursos para darle cupo a los 133 mil ecuatorianos que no pueden acceder a educación.

Esta es la realidad del Ecuador: de cada 100 jóvenes que aplican a un cupo para educación superior solo entran 57. Es decir, 43 jóvenes se quedan sin oportunidad de acceder a la educación pública y gratuita, como lo manda la Constitución. Ese es el gran desafío que tenemos, una educación de calidad, pertinente, moderna, y de inclusión.

¿Qué tan lejos estamos de dar ese paso?

Estamos lejos si no hay voluntad, cerca con voluntad. Hay varias vertientes de trabajo. Tenemos que hacer una reforma integral a la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) porque solo así podremos dar las facilidades y modernizar el marco regulatorio donde funcionan todas las universidades, públicas y particulares.

“La educación es donde veremos los mayores cambios en los próximos cinco a siete años. Se ha resistido pero veo gran oportunidad de innovar”.

Existe voluntad del Gobierno, pero que pasa con la dotación de servicios aliados, como el acceso a Internet…

Desde el Ministerio de Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información, se anunció el relanzamiento de todos los Infocentros para ampliar la cobertura de internet en el país y sean utilizados por los jóvenes para sus estudios.

Estamos también trabajando con CNT para mudar a la tecnología 5G y en el desarrollo de planes para jóvenes estudiantes, que al estar inscritos en la universidad, puedan acceder a Internet  a un costo muy barato.

Es un trabajo regulatorio y evidentemente tecnológico, pero en el caso de las universidades, la mayoría  tienen acceso a Internet y tienen centros para que sus alumnos trabajen. Esto es un trabajo en conjunto de muchas dependencias.

 

Una de las principales preocupaciones del sector es el financiamiento, ¿cómo se definió el presupuesto para el 2020?

El presupuesto presenta una leve reducción porque tiene un componente variable muy grande, es el 11% del ISR y el 10% del IVA que se recauda en todo el país. Desgraciadamente, como no pasó la Ley Económica Urgente que tenía una serie de medidas recaudatorias y aún no se ha aprobado la siguiente propuesta que mandó el Ejecutivo a la Asamblea, tomando en cuenta la actividad económica que tiene el país proyectada para 2020, resulta que probablemente la recaudación sea menor.

Hicimos un análisis muy detallado y nos dimos cuenta que hay muchas universidades que subejercían su presupuesto. En muchos casos,  estamos hablando de gasto corriente que no fue invertido. Entonces, se dispuso que las universidades que no usaron el presupuesto, quiere decir que no lo necesitaron, por ello se reasignaron esos valores.

Además, hay que considerar que otras universidades han incrementado la matrícula, han abierto cupos, han apostado por el tema en línea, entonces de esta manera redireccionamos la política pública hacia lo que es una prioridad para el país, que más jóvenes accedan a una educación de calidad.

¿La autogestión universitaria no es una salida?

Eso depende enteramente de la universidad y tiene una serie de componentes interesantes. Por ejemplo, la gratuidad de la educación se centra en estudios de tercer nivel, no en las maestrías. Vemos que hay universidades internacionales que tienen 10 mil alumnos pagando maestrías de cuatro mil o cinco mil euros en el Ecuador. Entonces, ¿dónde está la universidad ecuatoriana dando la cara ante esa demanda latente y tan real? Tienen que hacer algo al respecto. Hay proyectos de investigación que pueden tener con la empresa privada, hay consultorías, es decir, hay una serie de recursos que pueden hacer y depende de ellos.

¿Es un problema de quien administra la universidad?

La autonomía universitaria faculta a los rectores y a su equipo tomar las decisiones que consideren más convenientes. Nosotros no podemos intervenir, podemos dictar la política pública, asignamos recursos y evaluamos, pero la operatividad es del equipo de gestión, elegidos por procesos electorales. Ahí hay un sistema que no critico, pero muchas veces se presta para que las decisiones económicos- administrativas no sean las más eficientes.

¿Qué tipo de normativa sería necesaria?

Más allá de la ley, creo que empezamos este año con la reasignación. Aquellas universidades que no gastaron bien, salieron con menor puntaje en la evaluación y recibieron menos recursos.

Estas acciones son inmediatas, pero ¿cómo se logrará que la Universidad ecuatoriana se vuelva competitiva?

Es un tema de voluntad, de enfoque. Muchas universidades piensan que no tienen que cobrar, pero más allá de eso, tienen que generar recursos por autogestión que les permita invertir en investigación, más maestrías o infraestructura. La libertad de manejar recursos la tienen ellos, pero es un tema que tienen que replantearse.

Hay un caso interesante, de Arizona State University. Hace 20 años recibía 100% de presupuesto por parte del Estado; hoy tiene 40 mil alumnos en línea y recibe solo el 7% de presupuesto público ya que lo demás lo genera con proyectos de investigación, de colaboración, y manteniendo temas de gratuidad en lo necesario. Eso es la autogestión.

“Hay que hacer una autocrítica de cómo mejoramos, no solo la experiencia y el tránsito del estudiante por la universidad, sino de cómo alineamos la educación a las demandas modernas del mundo”

¿En cuanto a temas de acceso, cómo explicar los cambios en el Examen Ser Bachiller?

Los cambios en el Examen Ser Bachiller hacen que el ingreso sea más equitativo. El anterior tomaba en cuenta la nota de esta prueba para la postulación en un 85% y solo el 15% representaba todo lo que el alumno hizo durante su trayectoria estudiantil. La trayectoria es importante cuando el alumno llega a la universidad porque eso permite saber si el estudiante era bueno en Matemática, Lengua o Ciencias, entonces, sabemos que perfil podría tener el alumno en la universidad.

Esto también es una cuestión de equidad. El fenómeno que hemos visto en Educación por políticas del Gobierno pasado, que ya estamos corrigiendo, es una elitización de la educación pública. Las escuelas privadas en el último semestre de clases se dedican a preparar a los alumnos para el Ser Bachiller o contratan profesores privados. Esto les da una  gran ventaja que los chicos del sistema fiscal no poseen. El perfil de ingreso a las universidades públicas, sobre todo a las politécnicas, son de los quintiles más altos de la población, 4 y 5. Es un tema polémico, pero quiere decir que la gente que viene pagando un colegio privado, va a la universidad de forma gratuita. Pero, con el cambio en el Ser Bachiller, pretendemos que un joven del área rural, pero de excelencia, tenga un 40% de oportunidad para que su trayectoria académica sea bien ponderada.

Hubo quien criticó esta propuesta, pero considero que con este cambio logramos valorar más la trayectoria del alumno y fue bien recibida la noticia en general.

Creemos que habrá una mejora con el tiempo. Además, el examen contempla 45 puntos que llamamos de Acción Afirmativa, es decir, jóvenes de zonas rurales, de quintiles de pobreza, de pueblos y nacionalidad indígenas, van sumando puntos adicionales al examen.

La educación en línea se ve también como una oportunidad para mayor acceso, pero ¿qué pasa con el tabú de la calidad?

Cambiamos esa idea ofreciendo un producto de calidad. Se empezó el año pasado con oferta académica en línea en cinco universidades de 31 públicas con resultados mezclados, al punto que quedaron cupos disponibles por esa percepción que se tiene de la educación en línea. Ahora estamos trabajando con la Universidad Nacional de Educación a Distancia de España, un referente en educación en línea, bajo un convenio de cooperación que firmamos con ese país. Hemos hecho extensivo a todas las universidades públicas y privadas y hay dos que están trabajando con ella. Lo que queremos es que para el siguiente ciclo en el Régimen Costa, por lo menos una de estas universidades tenga un proceso de calidad europea, con contenidos revisados, con procedimientos, con tutorías y seguimiento docente y con materiales didácticos de primera calidad, para que el alumno crea en el producto.

Será un tema de catequización y cuando el estudiante vea cómo funciona, preferirá el sistema en línea. A todos los programas presenciales, según el área de estudio, se le irá incorporando el elemento en línea, con ello, el estudiante pasará menos tiempo en el aula.  Las universidades deberán elegir en base a sus capacidades en qué carreras aplicar este sistema, pero la prioridad nuestra es que abracemos y entendamos cómo funciona esta modalidad.

¿Estos cambios podrían reducir el tiempo de estudio?

Me encantaría pero es un tema regulatorio. En Ecuador hacemos ingenieros en más de cinco años, cuando en universidades internacionales se gradúan ingenieros en cuatro años. Tenemos que hacer una reflexión de hacia dónde va la universidad del país, no podemos sacar alumnos que son obsoletos. El conocimiento va muy rápido y lo que se tiene que hacer es replantear planes, programas y la carga curricular. Cuando hablo de modernización a eso me refiero.

¿Cómo lograrlo?

Estamos trabajando en las reformas a la LOES y cuando tengamos un primer borrador me acercaré a las universidades para lograr hacer un consenso y acudir a la Asamblea. Va a pasar que alguna universidad se quede en su modelo arcaico y otras que vean el futuro. Como entidad reguladora, debemos dar las facilidades para que las universidades tomen la iniciativa y darles los recursos para que vayan por un camino. La forma de hacerlo no va por el camino punitivo, sino con incentivos para el que adopta tecnología.

Y a corto plazo, lo principal es la aplicación y uso de tecnología en procesos educativos. Implementar E-learning esa es una parte, pero toda la gestión universitaria se realiza en papeles. La aplicación de tecnologías en todos los procesos es el siguiente gran paso a la innovación. La educación es donde veremos los mayores cambios en los próximos cinco a siete años. Se ha resistido y no se ha querido mover en la aplicación de tecnología, veo gran oportunidad para innovar en procesos, servicio al alumno, automatización.

¿Siente las manos atadas?

Hay días en que sí. Hay días que me preocupa la sostenibilidad del sistema educativo universitario. Si seguimos por esta vía, en algún momento no alcanzará el dinero y la matricula irá cayendo. Pero creo que es una gran oportunidad que tenemos y por eso estoy aquí, porque creo que se puede hacer un cambio por el bien de la educación del país. Creo que si trabajamos de la mano con muchos rectores públicos y privados que quieran realmente hacer un cambio, que se preocupen por el bienestar de la juventud, podremos sentar las bases para que Ecuador sea una potencia educativa, que tengamos una educación moderna y pertinente, donde el alumno salga y tenga impacto en el ámbito laboral. La educación es para hacer feliz a la gente, no para hacernos infelices.

AMARTÍNEZ/CLLERENA

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