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¿Por qué los ecuatorianos somos camaleónicos?

¡Oye, man! Acolítate con unos 10 “centavitos” de buen humor y simpatía con tu nacionalidad y país. Ecuador se ha convertido en un nido de personas multifacéticas y con unas ganas inmensas de “comerse el mundo”.

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En nuestro afán de conocer qué hacen y cómo brillan nuestros compatriotas en los más remotos lugares del mundo, la televisión nacional se ha encargado de buscarlos, pero ¿de qué manera podemos catalogar el éxito de los tricolores fuera de nuestras fronteras?

La respuesta es simple, pero compleja al mismo tiempo. Los ecuatorianos somos seres camaleónicos. Nosotros tenemos una gran capacidad para cambiar de opinión, actitud o imagen con facilidad. No es que seamos hipócritas; somos adaptables.

Hasta la fecha manejamos una muletilla: ‘Ecuador no es un país que está a la altura del primer mundo’, y en la mayoría de ocasiones terminamos comparándonos con naciones europeas o países vecinos: Colombia y Perú.

Como lo sentenció el expresidente y escritor ecuatoriano Osvaldo Hurtado: La sociedad ecuatoriana ha heredado de su pasado colonial una estructura social con rígidas jerarquías y distinciones de casta y clase. Pero, estas distinciones de clases nos han permitido convertirnos en seres ingeniosos y adaptables; camaleónicos.

Nos encanta el ‘regateo’ y en toda hueca de comida pedimos la correspondiente ‘yapa’, y para ello nuestra capacidad para entablar relaciones y ser insistentes con nuestra “labia” es un elemento indispensable.

Comida de Ecuador (gustavo ramirez/Getty Images)

Todos, absolutamente todos, nos sorprendemos cuando un amigo o familiar viaja a otro país y viene con el acento propio de ese lugar. “Chamo”, “parce”, “che”,” ostia”, aparecen entre los nuevos términos que incorporó el ecuatoriano a su léxico. De inmediato nosotros señalamos que carecemos de identidad, pero ¿si esa es nuestra verdadera identidad?

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Que se entienda bien, no me refiero a copiar, me refiero a adaptarnos. Esto se ve plasmado solo al viajar entre las cuatro regiones del país. El serrano llega a la costa y de inmediato el acento costeño se pega a su léxico y tono de voz. Por su parte el costeño, llega y cambia los chifles por el caguil como fiel acompañante del encebollado (comida propia para curar el “chuchaqui”).

A pesar de estar a corto tiempo de las 4 regiones del país, estamos forzados a adaptarnos a los nuevos ambientes y culturas que nos ofrece nuestro país. La comida, clima, gente y espectaculares paisajes, nos acogen un multifacético mundo andino, lleno de diminutitos para lograr entablar una relación carismática. En los sectores más fríos tratar de calentar con una cordial atención, mientras que en la Costa, Amazonía y Galápagos mostrarse relajado para refrescar atenciones en un clima demasiado cálido.

Paisaje en Ecuador (Nicole Javit / EyeEm/Getty Images/EyeEm)

Ahora con todos estos cambios podemos catalogar que la definición que dio el sabio alemán Hubertus Von Humbolt fue casi del todo acertada: “Los ecuatorianos son pobres en medio de riquezas, viven tranquilos en medio del peligro y para alegrar su existencia cantan canciones tristes”.

Nadie más lograría hacer ello, solo los ecuatorianos. Pero nosotros somos “bendecidos” atente toda tragedia. No necesitamos viajar horas y horas para llegar a un atractivo turístico, ni esperar varios meses para sentir una estación del año. Los desastres naturales han golpeado a nuestra nación, pero justamente el temple de nuestra gente logra imponerse a estas situaciones, situaciones donde la colaboración y solidaridad aflora.

No nos alejemos del verdadero sentido que tiene el ecuatoriano, nos adaptamos a los hechos de corrupción, a la entrada y salida de mandantes y nunca, pero nunca dejamos de pensar en trabajar para salir adelante. Nos demostramos desde el 2002 que sí se puede, no solo en el fútbol, sino en todos los deportes y actividades que nos propongamos; nos vamos acoplando y cumplir nuestros objetivos.

Hinchas de Ecuador (Joe Raedle/Getty Images)

La sociedad ecuatoriana ha recorrido un largo camino para establecerse como se presenta en la actualidad. De esta fusión salió un producto peculiar, que a lo largo de los años fue denotando particularidades especiales que lo volvieron distinto.

Dejémonos de ver como los pobres, los malos o negativos. Apreciémonos como individuos y colectivo. El Ecuador nos da riqueza a diario, no solo en paisajes y comida, sino en su gente. Nos adaptamos, nos fusionamos y de esta manera aprendemos y crecemos. Para un país tan pequeño, Ecuador alberga una gran variedad de culturas.

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