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Informalidad en Quito: ¿La “Jota” está muriendo?

La calle José María Alemán, más conocida como la “Jota”, es un lugar de comercio que oferta variedad de productos, y la informalidad es uno de los problemas que aqueja a los moradores y propietarios del sector de Solanda.

La capital de los ecuatorianos, Quito, cuenta actualmente con 2’644.145 millones de habitantes y se perfila a ser la ciudad más poblada del Ecuador. Si recorremos desde sur a norte y este a oeste se puede apreciar una gran diversidad: edificaciones, comida y comercio.

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Un lugar que se ha hecho popular, sobretodo en el sur de Quito, es el sector de la “Jota”. La vía José María Alemán se ha convertido en un espacio para dinamizar el comercio.

Desde la avenida Solanda hasta la Ajaví nos encontrarnos con el dulce aroma de un café y empanadas recién hechas, los colores vivos de unos helados, que tiene sabores para todos los gustos, y las tradicionales papas de la «J».  El llamado de la “veci” que dice: «venga «mijito», acérquese a degustar», es una de las frases que más escuchamos al llegar.

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La calle “Jota” pertenece a este lugar histórico, Solanda, que nació de una parte de tierra de una hacienda que fue donada por María Augusta Urrutia a la Fundación Mariana de Jesús. Esta localidad se caracteriza como ser la zona más densamente poblada de la ciudad  y su distribución es como una especie de laberinto. Como dicen sus vecinos: «si entra a Solanda y no conoce, fijo se pierde».

Durante la alcaldía de Mauricio Rodas (2014-2019) se  evidenció el crecimiento de la informalidad en varios sectores de la ciudad. La «Jota» no se mantuvo exenta de este efecto social. Comerciantes ambulantes ocupaban las veredas de esta calle para ofertar productos que iban desde ropa, celulares, cosméticos hasta comida.

Según los datos sobre empleo del INEC, el comercio representa la segunda rama de actividad de empleo en el Ecuador desde 2014 hasta marzo del 2019. Por esta razón, en esta zona como en el Cómite del Pueblo y la Nueva Aurora se colocaron vallas y mayor presencia de efectivos del Cuerpo de Agentes Metropolitanos.

En septiembre del 2018 se ejecutó la colocación de vallas en estos tres sectores, donde se focalizó el comercio ambulante. La mercadería tendida en el piso fue reemplazada por largas hileras de fierros azules, que incluso impiden cruzar a los transeúntes de vereda a vereda.

El primer sector que tuvo estas largas hileras metálicas en sus calles fue el de Las Cuadras y el último fue el barrio de La Nueva Aurora. «El plan es extender la medida a otros puntos de la ciudad, con operativos sorpresa», indicó Eduardo Mosquera el pasado mes de abril.

José María Ibarra

Fases del proyecto

El proyecto tiene tres fases: recuperación del espacio público a través del vallado, generación de un plan urbanístico para cada sector conflictivo y conformación de grupos de trabajo con la comunidad.

Una de las mayores preocupaciones que existía en los moradores y trabajadores de la «Jota», era que tras el comercio ambulante se camufle la delincuencia, microtráfico y prostitución. Debemos reconocer que transitar actualmente por la José María Alemán, la «Jota», ha mejorado, pero ¿este bienestar en los transeúntes también se refleja en la economía de los locales comerciales?

Diario Metro conversó con propietarios de locales comerciales y habitantes del sector para evidenciar si la colocación de vallas y control de la informalidad potenció el comercio de este barrio del sur de Quito.

«Mejorarse, no se ha mejorado nada. Al contrario nos ha perjudicado  económicamente por la falta de estacionamientos. Las personas no pueden ir a dejar sus autos a 2 o 4 cuadras debido al peligro que existe en el sector.  Nosotros estamos pidiendo zona azul, manifestó una comerciante de la localidad.

Los ciudadanos que se dedican al comercio coinciden que las vallas han bajado los niveles de informalidad. “Claudia” (nombre protegido) nos menciona que sus ventas se han reducido en gran porcentaje e indicó que la «Jota» se está muriendo.

“Javier” (nombre protegido) propietario de una panadería mencionó que un 50% de las ventas ha caído por la carencia de parqueaderos. Él invita al nuevo Alcalde, Jorge Yunda, a retirar las vallas para que exista mayor flujo de transeúntes, «este sector era más movido, ahora se encuentra muerto».  El comerciante nos menciona que durante sus 15 años de propietario del local, en este momento sufre la mayor crisis económica.

Respecto a los comerciantes informales, “Pedro” (nombre protegido) indicó que sus ventas han bajando radicalmente y los constantes patrullajes de los Agentes de Control perjudican que trabaje en la «Jota». Más bien ha pensando movilizarse a otros sectores de la ciudad para ofrecer su producto; tabacos.

María, dueña de un negocio de manualidades y ropa, coincidió que las ventas ambulantes bajaron y que los problemas de las ventas no deben caer en el pretexto que es causa de la colocación de vallas. Ella menciona que reducir la delincuencia y beneficiar el tránsito de personas son lo principales resultados que se han visto en estos siete meses.

Ella menciona que debe mantenerse la colocación de vallas y el control. Pero una solución debe ser la reubicación de los vendedores ambulantes en lugares que se encuentran abandonados, como lo es el Registro Civil del sur de Quito. La mejor herramienta para controlar es la colocación de impuestos, agregó la propietaria del local de manualidades y ropa.

María invita que vengan con toda tranquilidad, ya que ahora, más que nunca, pueden transitar con calma y observar la variedad de productos y precios que se acomodan a los bolsillos de los quiteños.

Michelle Morales, habitante de Solanda mencionó que este factor, colocación de vallas metálicas, es bueno para la reducción de ventas ambulantes, lo cual perjudicaba a los negocios establecidos.

Ahora ella disfruta caminar por este sector e indica que la seguridad también ha aumentado, en menor porcentaje, pero recalca que debe normalizarse y ser más rigurosa estas revisiones en la calle «Jota», como en otros sectores de Quito.

José María Ibarra

El sociólogo Patricio Pilca, profesor de la Facultad de Comunicación Social de la UCE, manifestó que en los últimos diez años estos anhelos de reordenar la ciudad no han tenido buenos resultados. Él indica que la colocación de vallas no es más que una respuesta al desbordamiento de comercio informal en distintos sectores de Quito.

El problema va más allá de la colocación de estos instrumentos para evitar a los vendedores ambulantes. El verdadero problema recae en no tener un plan de respuesta para estos tipos de comerciantes. Ni la alcaldía de Barrera, ni la de Rodas han logrado reubicar a esta economía informal. Veremos qué pasa con la administración de Jorge Yunda, indicó el docente de la Facso.

Advierte que si se mantiene la extensión de las vallas en otras calles de la capital, hasta llegar al Centro Histórico (lugar donde existe mayor informalidad) atentaría a la imagen de Patrimonio Cultural de la Humanidad que la ciudad quiere proyectar.

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