Hoy más que nunca será un día para no olvidar. Este 16 de abril de 2019 falleció Édison Cosíos, estudiante del Mejía y se cumplen tres años del terremoto de 7.8 ocurrido en Manabí. El joven murió en su casa de la Argelia, en el sur de Quito.
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Édison, de 24 años, tenía ocho años luchando ya que permanecía en estado vegetativo. El trabajo de sus padres era incansable, quienes se dedicaron al 100 por ciento al estudiante. «Mi hijo ha tenido que partir sin ver la justicia», dijo Vilma Pineda-madre de Édison- a METRO ECUADOR.
El 15 de septiembre de 2011, Édison fue golpeado en la cabeza con una bomba lacrimógena en medio de una protesta estudiantil durante el gobierno de Rafael Correa. El hecho hizo que a sus 17 años perdiera el 65% del cerebro y quedara en cama en estado vegetativo.
«Édison fue un luchador durante casi ocho años. Esperando además que en ese tiempo se haga justicia ha tenido que partir sin ver esa realidad. Sin embargo, en medio de todo, mi hijo recibió el amor de toda la familia. Le dimos todo lo que necesitaba para tener una calidad de vida», añadió Pineda.
La señora Pineda reiteró -entre lágrimas y la voz quebrantada- que la partida física de Édison le deja a ella y a su esposo un vacío. Además aseguró que como padres seguirán en pie de lucha por justicia.
«Mi hijo era un estudiante, un luchador, un guerrero. Antes de fallecer, él me dijo que me amaba mucho. Siempre estábamos en contacto físico y con sus gestos me decía todo. Yo estoy segura que Édison estaba contento de saber que su partida fuera en la casa, acompañado de toda su familia», dijo.
Familiares claman justicia
Aunque Édison partió físicamente, su familia no descansará hasta que se logre justicia. «Seguiremos de pie esperando que la demanda interpuesta, nos la acepten y se declare que fue un crimen de Estado que se cometió con mi hijo. La idea es que esto no vuelva a sucederle a ningún estudiante».
Al ser consultada sobre la indemnización de $100 mil dólares por parte del teniente de Policía, Hernán Salazar, quien fue declarado culpable, Pineda negó que haya recibido ese dinero. Además, medios locales refieren que tras cumplir dos años y seis meses en prisión, Salazar salió en libertad.
«No hemos recibido ningún centavo por parte del policía ni por parte del Estado. Hemos hasta tocado puertas y enviado cartas pero jamás nos prestaron ayuda. Lo que hemos hecho para solucionar es mendigar la salud de mi hijo», lamentó Pineda.
Causa de muerte
Tras el fallecimiento de Édison, la señora Pineda asegura que no tiene por quién luchar día a día. «Por mi hijo me levantaba a diario. Era mi razón de vivir. Solo me quedo con las manos vacías», reiteró.
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«Él murió debido al deterioro por su situación neurológica. Habían bacterias que ya vivían en su cuerpo por tanto medicamento y antibióticos que recibió», explicó. Hasta el momento, asegura Pineda, no ha recibido alguna llamada del Gobierno Nacional.
Édison será velado este 16 de abril en la funeraria Santa Rosa, sur de Quito (Avenida Ajaví y calle Huigra). Mientras que el sepelio será en el cementerio del Parque de Santa Rosa, sur de la Capital.