Ana Julia Quezada fue detenida por la muerte de Gabriel Cruz, el niño de ocho años desaparecido en Níjar, Almería, España; el pasado 27 de febrero.
PUBLICIDAD
El cuerpo de Gabriel Cruz fue encontrado el pasado domingo, 11 de marzo, en el maletero del vehículo que conducía la mujer. Su caso está dando lugar a un juicio social más allá del hecho delictivo: su condición de migrante y de mujer.
Inmediatamente después de conocerse la detención de Quezada, las redes sociales se llenaron de todo tipo de comentarios racistas y misóginos. Basta con teclear su nombre en Twitter para leer frases donde se mezclan palabras como puta, negra, mierda, asesina, chimpancé, migrante, etc.
https://twitter.com/SaintJuniperian/status/972856715044704256
Los comentarios racistas no solo hacen alusión al hecho en sí, deleznable y condenable, sino que centran toda la atención en su condición de extranjera y de mujer.
En el imaginario colectivo racista, la mujer migrante solo se puede ubicar en alguno de estos polos: el que la representa como la puta, ambiciosa y roba-hombres, o el que la sitúa como la mujer bondadosa, sumisa y trabajadora.
PUBLICIDAD
La instrumentalización del caso de Ana Julia Quezada viene a añadir ahora otro elemento al primero de ellos: la asesina.
https://twitter.com/BizarrenLucas/status/972847920620933120
https://twitter.com/danidecadiz33/status/972954165688373254
https://twitter.com/antharion1/status/973552871949160453