«Él estaba afuera de la puerta, pasó por donde estaba la clase, lo oímos pasar”, relata Áxel López, joven ecuatoriano que se encontraba en la escuela Marjorie Stoneman Douglas de Parkman – Florida, sobre Nikolas Cruz, autor de un tiroteo registrado el pasado 14 de febrero.
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López cuenta que estaba en su aula, estudiando como cualquier día, cuando empezó a escuchar disparos que venían del pasillo.
“Nos metimos donde no nos podía ver, debajo de la ventana”, dice, con angustia.
El adolescente se escondió debajo de un escritorio, lleno de miedo por lo que estaba ocurriendo.
“Por mi mente pasaba que esto no está pasando, no quiero estar aquí, quiero estar con mi familia”, recuerda.
López es primo de la también estudiante ecuatoriana Mía Ortiz. La joven aún tiene pesadillas por el tiroteo.
“Todavía estoy soñando que esto no pasó. Pero sí pasó”, declara.
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Mientras ocurría el incidente, Ortíz le escribió por Whatsapp a su madre y le dijo que “los niños empezaron a gritar y a correr”, mientras pedían a todos que retornaran a sus clases.
“La gente corría como animales, se tropezaban”, dice su madre, María Cecilia.
La ecuatoriana residente en Florida mencionó que el último mensaje de Mía fue: “Talvez no pueda llegar a la casa a la hora de siempre”. Y así fue, pero para su buena fortuna, aunque tarde, volvió.
Fuente: El Telégrafo