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La precariedad y la discriminación pasan factura al cine erótico

La muerte de cinco actrices porno ha puesto en el punto de mira las condiciones sociales y laborales de las estrellas del cine para adultos.

La muerte casi consecutiva de cinco actrices por sobredosis y suicidio ha puesto la opacidad del cine para adultos. Se registran diariamente en la red 68 millones de búsquedas relacionadas con la pornografía.

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El 9 de noviembre falleció Shyla Stylez por causas que no han salido a la luz. El 5 de diciembre la actriz canadiense August Ames, de solo 23 años y con 270 películas rodadas en su haber, se suicidó tras el acoso al no participar en un rodaje junto a un actor de cine porno gay.

Yuri Luz fue encontrada muerta en su apartamento de Los Ángeles rodeada de pastillas. El 7 de enero Olivia Nova, de 20 años y que apenas llevaba unos meses trabajando en el mundo del porno, apareció muerta en su casa de Las Vegas en circunstancias no esclarecidas.

La última fatídica muerte fue Olivia Lua, que el 22 de enero falleció en un centro de desintoxicación de Hollywood. Aun no existe explicación sobre las causas de su muerte.

La oleada de fallecimientos ha renovado el interés mediático por las condiciones vitales y laborales de los trabajadores del porno. Lo precario del sector, la falta de garantías sanitarias, la nula cobertura legal hacen del cine erótico una profesión de riesgo. PLAYCINE

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