Los ecuatorianos acudieron hoy a las urnas para responder siete preguntas de una consulta popular clave para el Gobierno, en una jornada en la que el voto se sazonó con la exquisita fritada, la dulce espumilla, el helado de paila y el refrescante zumo de naranja.
PUBLICIDAD
Y es que acudir a las urnas en Ecuador supone también una oportunidad de contacto con un cúmulo de pequeños negocios que aprovechan la ocasión para «vender alguito», como dice la joven Imelda, que en un recinto electoral del centro de Quito ofrece carteritas de cuero a un dólar.
Junto a ella, una joven ofrece conos de espumilla, una especie de merengue dulce, colorido y adornado con frutillas que gusta, sobre todo, a los más pequeños.
Frente a ella está Lenin, un venezolano que llegó a Ecuador hace un par de años, con su esposa y su hija, y que ahora se dedica a vender zumo de naranja.
Él mismo prepara botellas de jugo y las ofrece a un dólar. «No ha estado mal el día», señaló Lenin quien quiere permanecer varios años más en Ecuador y, si fuera posible, también votar en alguna elección.
En declaraciones a Efe recordó que la normativa ecuatoriana establece que el voto es facultativo para los extranjeros que residan en el país por, al menos, cinco años.
De momento, se limita a ofrecer sus botellas de zumo de naranja «para refrescar el voto».
PUBLICIDAD
«Venga, lleve su fritada, a un dólar», arenga doña Rosario, una vendedora que a puesto su pequeña carreta en la esquina del colegio «Simón Bolívar», convertido hoy en un recinto de votación.
Algunas personas, tras depositar su voto en las urnas electorales, salen del colegio y se topan con el atractivo aroma de su fritada, trozos de carne de cerdo fritas, acompañada de mote (una variedad de maíz) y ensalada de lechuga.
Más allá, Jaime Enríquez, un repostero de 60 años, ofrece en un su pequeña carreta el famoso «helado de paila», nieve de mora preparada en una paila de bronce, con mucho hielo de base, y al que se bate permanentemente para que adquiera la textura adecuada.
El helado se sirve en un cono y Don Jaime coloca en su cúspide un extracto de mora, para darle «el toque de sabor» a la nieve.
Él, que es oriundo de la ciudad andina de Cuenca, vende su producto desde hace cinco años en Quito, pero asegura que es en estas ocasiones, como las votaciones, cuando el negocio «se empuja» por la gran aglomeración de potenciales consumidores en los recintos electorales.
En el colegio «Simón Bolívar» se han instalado 18 mesas de votación, con 400 personas inscritas en cada una de ellas, lo que resulta en 7.200 potenciales electores, según confirmó a Efe el coordinador del recinto, Diego Pérez.
«Todo ha transcurrido con normalidad», dijo Pérez, que desde las seis de la mañana, una hora antes de la apertura de las votaciones, acudió al colegio para hacerse cargo de toda la logística.
Por la comida, casi que no hay que preocuparse, aseguró por la variada oferta que se ofrece en los alrededores del recinto electoral.
Pero lo primero que el elector ve, tras acudir a las urnas, es a un ejército de plastificadores, personas que ofrecen láminas de protección para los certificados de votación por 25 centavos de dólar.
Todos ellos intentan seducir a los votantes para que acudan a los pequeños e improvisados escritorios ubicados en los límites del recinto electoral, donde colocan máquinas que plastifican los certificados.
Láminas que «duran cuatro años», ofrece uno de ellos y otro le replica: «Para qué quiere una mica (lámina) de cuatro años sí sólo necesita una de dos años», por las elecciones municipales previstas para 2019.
Lo cierto es que el certificado de votación es un documento importante para la vida diaria de los ecuatorianos, pues es un requisito exigido para casi todos los trámites en el sector público y también para el privado.
Unos trece millones de electores están facultados para votar hoy por las siete preguntas del referendo y consulta popular sobre varios temas como la lucha anticorrupción, la reelección indefinida, la plusvalía, el cuidado del ambiente en proyectos mineros y petroleros y que los delitos sexuales contra niños sean imprescriptibles.
Fuente: EFE