La sátira política y el humor en forma de monigotes, salen a las calles del país a esperar las doce campanadas que marcan el final de 2016, al que se quemará simbólicamente esta medianoche en unas llamas que también sirven para entrar purificados en el 2017, según el ingenio popular.
PUBLICIDAD
Ni bien acaba la Navidad, aceras de distintas ciudades del territorio Nacional se convierten en pasarelas en las que monigotes que representan a figuras de políticos, de la farándula o personajes de películas locales y extranjeras, esperan a los compradores.
Los típicos muñecos rellenos de serrín han ido cediendo paso a ropas viejas atiborradas de papel periódico a la espera de clientes que les «den personalidad» con alguna de las caretas que se exhiben en improvisados escaparates.
Y aunque esos monigotes aún tienen acogida, los ojos de los compradores de los llamados «viejos» se ven cautivados por los muñecos, cada vez más coloridos y mejor elaborados, hechos de papel y cartón por hábiles manos, generalmente artesanales.
Aunque en ese tipo de monigotes también aparecen figuras que representan a políticos, son los personajes de películas infantiles o de aventuras los que predominan en llamativos y vivos colores, en algunos casos tan bien confeccionados, que más de uno logra salvarse de la hoguera a la medianoche.
La tradición manda que a la medianoche se quemen los «viejos», luego de haberlos pateado y castigado por todo lo malo que ha ocurrido en el año que termina.
Aquellos a los que el año que fenece les «trató bien», también lo queman en medio del agradecimiento y la nostalgia y los deseos de que en el nuevo año haya más prosperidad.
PUBLICIDAD
La creencia popular señala que con las llamas se da también una bienvenida purificada al nuevo año, al que se recibe, generalmente, en medio de bailes, cenas familiares y distintas cábalas para atraer dinero, amor, salud y prosperidad.
Fuente: EFE