Hahn estuvo entre la nube de investigadores de Estados Unidos que llegaron a Colombia para establecer la causa de la explosión y caída del Boeing 727-21 (vuelo 2013) de Avianca, el 27 de noviembre de 1989, sobre el cerro Canoas, en Soacha (Cundinamarca), luego de salir de la capital con rumbo a Cali, atribuida en estos 27 años a un acto terrorista del capo del Cartel de Medellín Pablo Escobar.
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Después de recorrer el sitio del siniestro (aunque no se precisa si todo, pues los restos de la nave de matrícula HK-1803 y los cuerpos de las 107 personas que llevaba quedaron esparcidos en un radio de 5 kilómetros), entrevistarse con autoridades colombianas y embalar varias piezas del avión y enviarlas a los laboratorios del FBI en Washington para su análisis, Hahn “concluyó tajantemente, sin recibir aún los resultados de las pruebas, que aquello había sido una bomba”, dice El Espectador.
La opinión de esa voz, para entonces calificada, se sumó al caudal que en el mismo sentido corría unánime hacia la hipótesis de un atentado terrorista, alimentada inicialmente por informaciones de prensa y respaldada por la versión oficial que dio una semana después el entonces director de la Aeronáutica Civil Yesid Castaño González. “Para el Gobierno el misterio había sido esclarecido: se trató de una bomba. No había dudas”, dice el diario capitalino.
Estas circunstancias sumadas al contexto de violencia en que se debatía el país (“El año 1989 se recordará como uno de los más violentos de la historia de Colombia”, califica El Espectador), en pleno auge del narcotráfico que le había declarado la guerra al Estado colombiano, constituyeron un caldo de cultivo muy propicio para darle visos de seriedad e idoneidad al dictamen de Hahn.
Sin embargo, el diario capitalino encontró que, seis años después, Hahn estuvo en medio de un escándalo que “sacudió la reputación del laboratorio del FBI”, pues “la unidad a la que pertenecía [Hahn] fue acusada de mala conducta y prácticas inadecuadas”. Eso precipitó una declaración de Hahn que podría cambiar definitivamente la historia de lo que pasó.
“Acorralado por sus examinadores [el caso los asumió la Oficina del Inspector General del Departamento de Justicia (OIG)] tras 18 meses de investigación, Hahn admitió que se había extralimitado en sus análisis sobre el caso del avión de Avianca”, asegura el periódico. “Los peritos que esculcaron su vida y su trabajo dentro del FBI concluyeron que Hahn había realizado deducciones que ‘estaban más allá de su experiencia’”.
Con eso, sostiene El Espectador, “se abrió una grieta profunda en la historia oficial sobre lo ocurrido aquel 27 de noviembre de 1989 en el cielo bogotano”. Pero el diario no menciona, por ahora (este es el primer artículo de una serie), ninguna pista que pueda dar pie a la nueva hipótesis que plantea relativa a una falla mecánica del aparato. El relato, novelado, abunda en detalles históricos y anecdóticos a los que se les da mayor relevancia.
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“Al confrontar testimonios, documentos y análisis científicos de los mismos autores de la investigación original hay muchas piezas que no encajan, dijo Élber Gutiérrez, de El Espectador, en Noticias Caracol.
“Al juntar las nuevas piezas en la investigación contrastada con autoridades de Estados Unidos y Colombia, se abre la posibilidad de que el siniestro que les costó la vida a 107 personas se haya debido a una falla mecánica del avión. La versión del atentado tambalea”.
“Hay datos tanto de la investigación de Estados Unidos como de quienes aquí sustentaron la tesis de que fue un atentado, y hay algunas inconsistencias”, dijo, por su parte, Fidel Cano, director de ese diario, al mismo informativo. “Creo que la historia de los 80 hay que volverla a pensar y, de pronto, hay que volverla a escribir”.
“No se trata de lavar la imagen de los mafiosos, que sin lugar a dudas le hicieron demasiado daño al país con el ilícito negocio y con le guerra desatada para controlarlo”, continuó Gutiérrez. “Pero la investigación periodística demuestra que, por lo menos en el caso del avión de Avianca, los hechos no ocurrieron como nos lo muestra la historia oficial. No en vano hasta el FBI cuestiona las graves fallas de la presurosa investigación con la que esa entidad se apresuró a culpar a Escobar”.
Por su parte, el abogado de víctimas Federico Areyano dijo en Caracol Radio: “No puedo entender que una persona con un prestigio tan grande como el que tiene el doctor Fidel Cano salga a decir cosas sin sustento probatorio”.
Información tomada Pulzo