Los pecados capitales según la iglesia católica son vicios a los que la naturaleza humana está principalmente inclinada. No se llaman ‘capitales’ sino por que son ‘cabeza’ (cápita) de una serie de pecados que derivan de ellos.
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Pecado es cualquier desviación del mandato divino y la religión cristiana ve al mal, al demonio, detrás de esas caídas. Pero no se había generado un nombre para cada uno de ellos.
Peter Binsfel fue un teólogo alemán especialmente activo como cazador de brujas. En 1859, recopiló información de autores anteriores y designó un demonio para cada pecado capital. Consideraba que además de los demonios asignados a cada pecado, existían muchos más que podían influir en los actos de las personas.
Asmodeo es el demonio de la lujuria: Asmodeo se enamoró de Sarah e impidió 7 veces que contrajera matrimonio. Más tarde fue amante de Lilith, la primera mujer de Adán, con la que engendró miles de demonios.
El demonio de la gula es Belcebú: Conocido también como “el señor de las moscas”, nombre que al parecer utilizaban los hebreos para burlarse de las ofrendas cárnicas de los idólatras que se pudrían y se llenaban de moscas. Otros historiadores creen que realmente su nombre es: “señor de la gran morada”. Es uno de los príncipes de las tinieblas.
El de la avaricia es Mammón: La palabra hebrea “mammón” puede traducirse como dinero, tesoro o riqueza. La encontramos en la Biblia en Mateo, 6, 24 “No podéis servir a Dios y a Mammón” o en otras traducciones: “No podéis servir a Dios y al dinero”.
A la pereza le correspondió Belfegor: Este demonio tienta a la humanidad a través de la pereza atrayéndola con descubrimientos que le proporcionarán riqueza sin esfuerzo. Es uno de los siete príncipes del infierno.
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El de la ira es Amon: Este demonio conoce el pasado y el futuro y es el encargado de vigilar a los que han pactado con el diablo. Se cree que está inspirado en el dios egipcio Amón al que los hebreos odiaban, ya que tuvo sometido a su pueblo.
Leviatán el de la envidia: Es una especie de monstruo marino, posiblemente la reencarnación de la serpiente del paraíso de Adán y Eva. Fue Santo Tomas de Aquino el que lo describió como el demonio de la envidia.
El de l a soberbia Lucifer: Es el “portador de la luz”. El ángel caído que dotado de gran belleza y sabiduría, por su tremenda soberbia, fue arrojado a los infiernos convirtiéndose en Satanás.