Melbourne es la mejor ciudad en el mundo para vivir no como resultado de la suerte, sino porque ha sido planeada y continúa transformándose para ser disfrutada por sus habitantes. En ello radica el secreto de su éxito. Y siempre sabrán acoger al visitante para que sepa cómo es vivir, al menos unos pocos días, en este vividero tan genial.
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Durante cinco años consecutivos, Melbourne, en Australia, ha sido seleccionada por la publicación británica The Economist como la mejor ciudad del mundo para vivir. No tiene una torre Eiffel como París, una estatua de la Libertad como Nueva York o una Casa de la Ópera, como Sídney. Nada de eso. El encanto de Melbourne radica en otra parte. Está en sus parques gigantescos, en la infinidad de cafés, pubs y restaurantes que se extienden por la ciudad entera, y en especial en un sentido de consideración hacia los demás: ‘No worries, mate’.
Cruzando el río Yarra, hacia el sur, se abre una serie de siete jardines. Jardín es una palabra inexacta en este caso. El más pequeño de ellos tiene cinco hectáreas de área, mientras el más grande, el Jardín Botánico, tiene 38. En total son casi cien hectáreas de jardines.
Los jardines juegan un papel fundamental en el diseño y la vida de todas las ciudades australianas. Son hogares de especies nativas y foráneas, pero principalmente sitios de recreación y esparcimiento. Allí va la gente a almorzar sobre la grama, a hacer deporte, a estudiar o solo a charlar.
Si acaso usted es poco amante de la naturaleza y prefiere más el arte, cruce la calle St Kilda hacia Southbank. Allí encontrará el centro de artes escénicas Hamer Hall, la Galería Nacional de Victoria, la Compañía de Teatro Sumner, el Centro de Recitales, el Centro Australiano de Arte Contemporáneo y el Teatro Malthouse. Este gran conjunto hace parte de una aún más amplia oferta de escenarios culturales donde se incluyen la Biblioteca Estatal de Victoria (al norte del CBD), el Royal Exhibition Building (imperdible, al noreste del CBD en medio de los Jardines de Carlton: y decenas de galerías y teatros por toda la ciudad.
La Playa Brighton, en el sur de la ciudad, es destino predilecto de bañistas y turistas por igual, quienes se ven atraídos por las 82 pintorescas casas de baño de finales del siglo XIX. Ir a Melbourne y no tomarse una foto junto a una de ellas es como no haber ido.