Un estudio de la Universidad de Lancaster de Inglaterra concluyó que las pequeñas partículas de metal desprendidas de los gases de los tubos de escape de los autos puede trasladarse por las vías nasales y llegar hasta el cerebro.
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Estos desechos tóxicos de la contaminación del tráfico generan problemas a la salud respiratoria.
Las complicaciones de respirar aire contaminado podrían incrementar el riesgo de desarrollo de enfermedades graves, como, por ejemplo, el Alzheimer.
«Este nuevo descubrimiento fue clave para el estudio de la contaminación y la salud del ser humano. Gracias al análisis pudo determinarse que existe un factor de riesgo medioambiental claro ante el Alzheimer», explicó Barbara Maher, la directora del estudio para Infobae.