Leonardo DiCaprio tendrá que ir a juicio para declarar por dar vida al estafador Jordan Belfort en la película El lobo de Wall Street, según ordenó el juez de la Corte de Long Island (Nueva York) el pasado jueves.
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El conflicto legal no tiene que ver con los cuestionables actos que Belfort realizó a mediados de los noventa y que se recrean en la película, sino con la demanda que uno de los extrabajadores del estafador interpuso a la productora por injurias y calumnias a finales del año pasado. Se trata de Andrew Greene, uno de los subordinados del corredor de Bolsa, que asegura que uno de los personajes está inspirado en él y que este refleja una imagen de «borracho y degenerado».
Greene asegura que el personaje de la película Nicky Rugrat Koskoff es una caricatura suya que «sobrepasa los límites de lo permisible», por lo que exige una indemnización de unos 13 millones de euros a varias productoras de Hollywood, entre ellas Appian Way, la empresa del propio DiCaprio. Los abogados de la productora alegan que el personaje se basó en varias personas que rodeaban a Belfort, y no solo en Greene.
También aseguran que la película está protegida por la Primera Enmienda —que, en Estados Unidos, asegura la libertad de expresión— y que los creadores no diseñaron a los personajes con ninguna malicia, condición para considerarlo una difamación.