0 of 4
Ecuador a pesar de tener uno de los niveles más bajos de desempleo del continente ha visto en sus calles como el subempleo se ha vuelto una realidad para muchas personas que perdieron sus trabajos y otros que prefieren trabajar por su cuenta y no depender de un salario de una empresa.
PUBLICIDAD
En la ciudad de Quito es común ver vendedores informales en cualquier lugar. En los buses suelen montarse desde personas de la tercera edad hasta jóvenes ofreciendo variedad de productos para ganarse la vida.
El subempleo no solo es una actividad que hacen los ecuatorianos sin empleo fijo, muchos inmigrantes cubanos, colombianos y venezolanos también han tenido que buscar otras opciones de trabajo ante la escasez de empleo formal.
De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), Ecuador cerró el 2015 con 357.892 desempleados, 13% más que en el 2007. El subempleo cerró en diciembre del año pasado con 1.050.646 de personas.
Hacer reír a la gente
A lo largo de la avenida Gaspar Villarroel los fines de semana suelen ubicarse en los semáforos un grupo de mimos, que buscan ganarse la vida cada vez que la luz se pone en rojo.
PUBLICIDAD
La intención de estos mimos es hacer reir a la gente con su show y obtener una moneda “de la que le salga del corazón” del conductor.
Jairo (nombre ficticio) es uno del grupo de artistas que se ganan la vida pintándose la cara de blanco, vistiendo pantalón negro y franelas de rayas blancas y negras en las calles de Quito.
“El primero que comenzó con esto fue mi hermano”, soltó Jairo con su típico acento colombiano. “Y luego nos fuimos sumando unos cuántos porque es rentable”.
Jairo en Colombia se da vida de una verdadera celebridad con el dinero que gana haciendo de mimo en Ecuador.
“En Calí creen que todos nosotros somos empresarios acá”, suelta con una risa pícara. “Llegamos allá, tomamos el ron más caro, podemos hacer fiesta y hasta mantener a nuestra familia”.
Jairo confiesa que su hermano logró pagar una inicial para un apartamento en Calí con lo que recauda como mimo en las avenidas de Quito.
¿Cuanto valen las sonrisas?
Jairo admite que en un día bueno puede hacer hasta 200 dólares mientras que en uno malo 10 ó 20. “Los días malos son cosas del pasado”, recuerda. “Ahora hacemos un promedio entre 80 y 120 dólares por día en cinco horas de trabajo y al mes podemos redondear 1500 dólares o más”, suelta con alegría.
Jairo sabe que en su labor diaria puede producir más que un profesional.
“Mi idea es poder radicarme aquí en Quito y sacar mis papeles”, finalizó Jairo luego de cambiar sus monedas diarias por billetes y contar que fueron 100 dólares lo que hizo.
Sin ofender ni obligar a nadie
Luis Velez tiene un oficio similar al de Jairo porque depende de una producción diaria, pero afirma que se gana la vida ofreciendo productos sin “ofender ni obligar a nadie”.
Velez tiene 37 años, es ecuatoriano y ofrece “la novedad del momento” en los buses de Quito.
La novedad del momento en esta ocasión son pen drives de un dólar de color negro, gris o de colores.
“Hoy te cuesta un dólar, en la feria te cuesta tres. Qué prefieres”, dice Luis en los buses.
“Tengo más de dos años dedicado a este tipo de trabajo, no siempre vendo lo mismo. Hay días buenos y días malos. En un día bueno puedo ganar hasta 300 dólares y en los malos solo cinco, pero hay que ser positivo para llegar a casa con una buena suma de dinero”, puntualizó Velez que a las 14:00 horas de un particular día de trabajo llevaba 60 dólares.
Velez compra la mercancía del momento en Colombia y la trae a los buses de Quito para ofrecerle a precios accesibles y así como él hay muchos otros oficios que se ganan la vida en las calles de Quito sin cumplir una jornada laboral de ocho horas.