El papa Francisco volvió a rechazar hoy la unión entre personas del mismo sexo, aunque le abrió las puertas a los divorciados y desean volver a tener una participación activa en la Iglesia Católica, dejando abierta la posibilidad de la vuelta a la comunión. El anuncio fue realizado en el marco de la exhortación apostólica titulada Amoris Laetitia, por los cardenales Lorenzo Baldisseri y Christoph Schoenbor.
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Entre citas al escritor argentino Jorge Luis Borges y a Jesús, en el documento dado a conocer en el Vaticano, Francisco resaltó el matrimonio tradicional y reconoció que la vida no es siempre «perfecta». En tal sentido, señaló que la Iglesia debería ser un lugar de acompañamiento y ayuda, en lugar de una institución de juzgamiento.
En la exhortación de 256 páginas, Francisco cerró las puertas al matrimonio gay al tiempo que pidió comprensión para la comunidad homosexual. La unión debe ser entre un hombre y una mujer, fue la postura repetida por el Papa. Eso, sí: pidió protección a lesbianas y gays de la «injusta discriminación» a la que son sometidos. El Pontífice exigió al clero no usar las «leyes morales» como si fueran armas para condenar a los fieles.
Francisco también exhortó al resto de los obispos y hombres y mujeres de la Iglesia que conduce a no sentarse en el lugar de Moisés para «juzgar a veces con superioridad». En otro tramo de Amoris Laetitia, el Pontífice manifestó además la importancia de que los padres castiguen a los hijos y de una temprana educación sexual, algo tabú para la Iglesia.
En cuanto a los divorciados, el papa Francisco dejó abierta la posibilidad de que los divorciados puedan volver a participar de la comunión al discernimiento de cada sacerdote. Cada cura deberá sopesar, pues, la relación que mantenga con la persona en cuestión para determinar su nivel de participación en la vida de la Iglesia.
«La crisis de los esposos desestabiliza la familia y, a través de las separaciones y los divorcios, puede llegar a tener serias consecuencias para los adultos, los hijos y la sociedad, debilitando al individuo y los vínculos sociales», señaló.
Jorge Bergoglio también se refiere a la necesidad de «acompañar después de rupturas y divorcios» y dice: «Hay casos donde la separación es inevitable. A veces puede llegar a ser incluso moralmente necesaria, cuando precisamente se trata de sustraer al cónyuge más débil, o a los hijos pequeños, de las heridas más graves causadas por la prepotencia y la violencia, el desaliento y la explotación, la ajenidad y la indiferencia».
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«El divorcio es un mal, y es muy preocupante el crecimiento del número de divorcios. Por eso, sin duda, nuestra tarea pastoral más importante con respecto a las familias, es fortalecer el amor y ayudar a sanar las heridas, de manera que podamos prevenir el avance de este drama de nuestra época». Y concluye: «Los hijos, en cualquier caso, son víctimas inocentes de la situación».
DIVORCIOS EN ECUADOR
Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos entre el año 2004 y 2013 los divorcios se incrementaron en un 87,73% al pasar de 11.251 a 21.122 durante este período.
En el 2013, en promedio, los matrimonios que terminaron en divorcio duraron 15 años, este período de tiempo se incrementó en dos puntos en relación al 2004.
Hombres y mujeres se divorcian con mayor recurrencia en el segmento comprendido entre 30 y 34 años. Para el caso de hombres, el porcentaje es de 16,59% y para el caso de mujeres es de 19,02%. Entre el año 2012 y 2013, los divorcios tienen un incremento del 4,05%.