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Francia adhirió este miércoles al grupo de países europeos que sancionan a los clientes de las prostitutas, una polémica medida que ha sido objeto de muchos debates y divide tanto a la clase política como a las asociaciones de ayuda a las prostitutas.
El texto, aprobado de manera definitiva esta tarde en la Asamblea Nacional (Cámara baja), establece que «la compra de actos sexuales» será sancionada con una multa de 1.500 euros y de hasta 3.500 euros en caso de reincidencia.
Se prevé, además, la posibilidad de una pena complementaria, también nueva, consistente en una formación obligatoria para concientizar sobre las condiciones de la prostitución.
Todos los países europeos castigan el proxenetismo pero Francia es sólo el quinto en sancionar también a los clientes de las prostitutas, después de Suecia, el primer país en hacerlo en 1999, y Noruega, Islandia y el Reino Unido.
Para llegar hasta la aprobación de este miércoles, fue necesario un largo proceso parlamentario de cerca de dos años y medio.
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Una manifestación contra el texto de unas sesenta prostitutas se realizó cerca de la Asamblea Nacional y se veían pancartas que decían «Clientes penalizados, putas asesinadas».
Según las estimaciones oficiales, en Francia hay entre 30.000 y 40.000 prostitutas, en su mayoría extranjeras, originarias de Europa del Este, África, China y América Latina.
La penalización de los clientes es la medida principal del texto, que incluye asimismo diversos mecanismos para reforzar la lucha contra el proxenetismo y para favorecer las ayudas para abandonar la prostitución.
El texto suprime, además, el delito de captación pasiva de clientes por parte de las prostitutas, que regía desde 2003 y era denunciado por las asociaciones de ayuda a las prostitutas.