La muerte de Ryan Gabriel, un chico de cuatro años tiroteado cerca de su casa en una favela de Río de Janeiro, se suma a la alarmante lista de niños muertos por balas perdidas en este estado brasileño, una lista que solo desde 2015 ya ha acabado en doce sepulturas.
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Pese a que en esta ocasión la tragedia se produjo en medio de una guerra entre traficantes rivales en Madureira, una favela localizada en la zona norte de Río, este riesgo se extiende a la gran mayoría de las favelas del estado, fruto de intercambios violentos entre bandas e incluso entre traficantes y la Policía.
Tras la muerte de Ryan, la organización pacifista Río de Paz, asociada al Departamento de Información Pública de la ONU, publicó esta semana las estadísticas que ellos mismos recopilan y que revelan que, de los 25 niños muertos por bala perdida entre 2007 y 2016, una docena se registró en los últimos meses.
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El presidente de la ONG, Antonio Carlos Costa, explicó en declaraciones a Efe que, a falta de informes oficiales desde hace años, esta cifra podría ser mayor, ya que apenas registran los casos publicados por los medios de comunicación.
La forma de poner el foco de atención en este tema, explicó el activista, sería concienciar a la clase media para que se movilice y reclame por los derechos de los más desfavorecidos de la ciudad, cuya voz no es oída con tanta fuerza.
«Tenemos una clase media que no ha sido preparada para la cultura de la solidaridad. No es tema de conversación en su día a día. Tenemos una generación de analfabetos en relación con la ciudadanía y solidaridad», sentenció Costa, quien afirma que, si esta franja ciudadana se manifestara, las instituciones comenzarían a tomar medidas para evitar estos sucesos.
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Defendió también que «el combate a la desigualdad social y a la mortalidad debería ser la prioridad de cualquier gobierno», una ausencia de lucha que se refleja en la falta de amparo a las familias y a la falta de «políticas públicas implementadas para evitar más muertes».
«Oxigenar las favelas», incluirlas en el funcionamiento de la ciudad, abrir calles, entrar con educación, salud, dar trabajo y facilitar cualificación profesional, entre otras medidas, con la «prevención como prioridad», sería clave para mejorar la situación.
Otras medidas necesarias serían la regularización de la venta de armas ilegales, la mejora del entrenamiento de la Policía para reducir a criminales, regular el uso de la fuerza y aumentar la tasa de elucidación de homicidios, ya que, según cifras de la ONG, cerca del 90 % de esta clase de crímenes no se resuelve.
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Para concienciar a la población, la ONG ha colgado esta semana carteles con los datos actualizados de las víctimas infantiles de balas perdidas en Río de Janeiro y ha elegido la laguna Rodrigo Freitas, cerca de las emblemáticas playas de Ipanema y Copacabana.
Su objetivo, mantenerlos hasta que Río logre rebajar su tasa de homicidios a 10 por cada 100.000 habitantes al año.
Una cifra todavía lejana, según Costa, que estimó que actualmente ronda los 25 homicidios por cada 100.000 habitantes en el estado de Río, llegando a los 30 en algunas áreas de la ciudad carioca.
De acuerdo con los recuentos de violencia realizados por el Instituto brasileño de Seguridad Pública (ISP), durante los dos primeros meses del 2016 se han registrado 951 muertes violentas, 100 muertes causadas por policías y 803 asesinatos en el estado que acogerá los Juegos Olímpicos y Paralímpicos en menos de seis meses.
Fuente: EFE