El sexting es la actividad de enviar fotos, videos o mensajes de contenido sexual y erótico personal a través de aplicaciones de mensajería instantánea, redes sociales, correo electrónico u otra herramienta de comunicación.
Esta práctica realizada en un inicio por adultos, va tomando fuerza entre adolescentes y menores de edad. Según un estudio citado por la OMS, «el 22% de las adolescentes y el 18% de los adolescentes (de 13 a 19 años de edad) habían enviado o publicado en línea fotos o vídeos de sí mismos desnudos o semidesnudos. El 15% de ellos indicaron que habían enviado estas imágenes sexualmente sugerentes de sí mismos a alguien a quien solo conocían en línea, habitualmente como «una gracia» o «para ligar»».
Incluso, ahora también se habla de preadolescentes de 10 a 12 años que ya la practican, «debido a que a estas edades no se tiene consciencia clara de toda la responsabilidad y los peligros que esta práctica sexual lleva consigo», según Mónica Ortiz, Sexóloga del Hospital Vozandes Quito.
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¿A qué riesgos me expongo con el mal uso de sexting?
Al tratarse de contenidos íntimos, su difusión supone la pérdida de privacidad, agravio a la reputación y deterioro de su imagen pública. «El sentimiento de humillación y traición que ello implica puede derivar en falta de confianza en futuras relaciones, además de problemas psicológicos como ansiedad o depresión», señaló la experta.
Estos sentimientos pueden derivar en problemas más complejos como
- Ciberbullying: Humillación pública que puede dar lugar a conductas de acoso al protagonista derivando en un ciberacoso.
- Extorsión o chantaje: El contenido también puede utilizarse como herramienta de chantaje o solicitar cualquier recompensa a cambio de no hacer difusión.
- Grooming y acoso sexual: En los casos de acoso sexual o de acercamiento de adultos a menores con intenciones sexuales, es habitual esta extorsión por exigir que se envíen más contenidos, o incluso contacto sexual directo.
En este sentido, la edad promedio de los niños en los informes de ‘sextortion’ es de 8-17 años y se sabe que cerca del 4% de niños que han experimentado esta situación se han autolesionado, amenazado o había intentado suicidarse como resultado de la experiencia.
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¿Cómo proteger la intimidad?
Ortiz indica que la principal recomendación para los adolescentes que usan redes sociales e internet a través de dispositivos electrónicos, es no contactar con extraños y no enviar ni recibir fotografías de tono sexual.
«Es importante que conozcan que al subir una información en internet no podrá tener el control de lo que se comparte y no podrá saber con certeza si la otra persona no lo publicará o que otra persona no tendrá acceso a su teléfono celular o dispositivo electrónico», indica la especialista.
Estas son algunas consideraciones y recomendaciones específicas:
- No acceda a chantajes ni manipulación, si se siente presionado a realizar cualquier cosa, aléjese de esa persona.
- Evite contactar con desconocidos y peor aún compartir información personal como dirección, nombres completos, lugar de estudio, correo electrónico, etc.
- No comparta información o fotografías comprometedoras o que muestren su cuerpo o reflejen su intimidad.
- Si le piden, nunca envie, ni se saque fotografías que pudieran afectar su reputación.
- Recuerde que sus fotografías pueden ser interceptadas por terceros.
- En internet es imponsible conocer exactamente todas las personas que podría recibir y manipular la información que Usted comparte.
- Si ya envío una imagen o video, no lo vuelva a hacer, será una cadena que jamás terminará.
- Bloquee sus fotografías e información personal de las Redes Sociales y elimine si algunas han sido comprometedoras y podrían afectar su reputación en un futuro cercano.
- Si sabe de alguien que está enviando o recibiendo fotografías, explíqueles el peligro, así estará evitando que se propague esta práctica.
- Si ha realizado este tipo de prácticas coméntele a sus padres o cuidadores para que puedan ayudarle a tomar las medidas pertinentes.
- Denuncie el Sexting a las autoridades competentes.
- Consultar la ayuda con un especialista o sexólogo también es importante.