El alcohol ya es conocido por sus propiedades como desinfectantes. Tal vez, por este motivo también se le han atribuido propiedades positivas para el tratamiento de infecciones en el tracto digestivo o para acabar con una infección de garganta.
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Sobre este tema, diario El País decidió ahondar hasta encontrara la verdad: ¿beber alcohol mata los gérmenes?
Precisamente el vino fue evaluado durante un estudio de 1988 que abarcaba varios tipos de bebidas —carbonatadas, cerveza, vino, leche desnatada y agua— y estudiaba sus efectos antibacterianos. Se introdujeron en las bebidas varios tipos de bacterias intestinales infecciosas como salmonella, shigella y E. coli. Pasados dos días se encontró que a estos organismos se les dio peor la supervivencia en el vino que en el resto de bebidas. La cerveza y las carbonatadas lograron también dificultar su desarrollo, pero no fueron tan efectivas como el vino.
Unos años después, se llevó a cabo un estudio de laboratorio para descubrir qué componente del vino era el que estaba consiguiendo ese efecto antibacteriano. Los investigadores probaron la acción del caldo sobre la samonella y la compararon con los efectos conseguidos por un líquido con la misma concentración de alcohol y nivel de pH (ácido).
El vino tinto resultó tener una intensa actividad antibacteriana, superior incluso a la de la solución con las mismas concentraciones de alcohol y pH; y esto pese a que, según se había concluido, gran parte de su efecto contra las bacterias se debe precisamente a sus niveles de estos dos elementos. Así pues, estos factores solo explicaban parte de su eficacia.
La concentración de alcohol, de hecho, es una parte importante en su efecto contra los microbios. Por ejemplo, para desinfectarse las manos se considera óptima una concentración alta, de entre 60% y 80%
Otro estudio de laboratorio se fijó en la acción del alcohol en grupos de microorganismos de la boca y en su efecto sobre la muerte de los microbios. En este caso, el tiempo de exposición resultó determinante. Cuando se aplicaba una concentración de alcohol del 40% (la misma que el vodka) su capacidad para inhibir el crecimiento de estos microorganismos era mucho mayor cuando se aplicaba durante 15 minutos que al hacerlo solo seis. El estudio concluyó que un alcohol con una concentración del 40% tiene cierta capacidad de matar las bacterias bucales, con una exposición de al menos un minuto.
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¿Puede el alcohol dañar el estómago?
En una investigación con 47 voluntarios sanos, se roció durante una gastroscopia la parte inferior del estómago con alcohol de diferentes graduaciones —4%, 10% y 40%— y solución salina al grupo de control; y se observaron los efectos con la cámara que se emplea durante esta intervención.
Cuanto mayor era la concentración del alcohol mayor era el daño que se observaba en el estómago, concretamente erosiones acompañadas de sangre. Y los daños provocados por los de mayor graduación (superior al 10%) tardaron en curar más de 24 horas. En cambio no se observó ningún daño en el intestino delgado.
Así que, en teoría, una concentración lo suficientemente alta de alcohol ingerido (o mantenida en la boca durante al menos un minuto) mataría a un gran número de bacterias intestinales y orales, pero es muy probable que cause algún daño al revestimiento del estómago.
Su consumo crónico puede provocar también un crecimiento excesivo de bacterias en el intestino delgado. Esto se cree que está relacionado con síntomas gastrointestinales como diarrea, náuseas y vómitos, que se observan con frecuencia en pacientes alcohólicos.
Entonces, ¿cuál es el veredicto?
El consumo de alcohol puede causar daños inmediatos en el estómago, mayores cuanto más alta es su graduación. En teoría una concentración alcohólica y un tiempo de exposición suficientes en el tejido bucal e intestinal podrían matar las bacterias, pero podrían con toda probabilidad afectar al revestimiento del intestino.
Por tanto, no se recomienda el uso de alcohol como desinfectante regular para tratar la gastroenteritis o las infecciones de garganta.