Viajar nos permite conocer cosas nuevas, culturas diferentes a las nuestras, paisajes, personas, sabores y olores además de vivir experiencias inolvidables. Todo esto hace que pensemos de forma diferente, reseña El Espectador.
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Cuando viajamos estimulamos el cerebro reacción que agudiza ciertos sentidos, como el tacto y la interocepción (sensaciones de temperatura, texturas, el aire, y entre otras), el oído (nuevos sonidos de la naturaleza, idiomas, dialectos), el gusto (nueva comida, por ende, nuevos sabores) o la visión, así como la percepción de muchos estímulos antes desconocidos.
De acuerdo con especialistas de la Sociedad Española de Neurología, viajar estimula el cerebro, genera efectos positivos para la salud y previene la pérdida de memoria, según esalud.
Todos estos cambios y experiencias hacen que el cerebro genere nuevas conexiones sinápticas, que son conexiones entre las neuronas, responsables de todas nuestras funciones comandadas desde el cerebro.
Viajar es retar al cerebro a situaciones de adaptación y lo vuelven más creativo, por ejemplo, debe crear mapas mentales de los lugares que va a visitar o que ha explorado, también debe haber una apertura para entender las formas de hablar, de actuar y de vivir de las personas que están en los lugares a los que se viaja.
Además, viajar implica una desconexión temporal de asuntos laborales y académicos, es un descanso que todos los cuerpos necesitan.
Viajar para conocer, experimentar, para encontrarse con uno mismo y vivir hace que nuestro cerebro cambie, y el cuerpo también lo haga.
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