«La gente no puede imaginarse que haya hombres que sean forzados a casarse, pero es un problema real en Estados Unidos», le dice a BBC Mundo desde Nueva York, Amanda Parker.
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«Solemos pensar que el hombre es el perpetrador y que en un matrimonio forzado es la figura dominante, el malo».
Pero no siempre es así, señala Parker, una de las directoras de la Fundación AHA, organización que defiende los derechos de las mujeres.
«Investigaciones indican que 15% de los casos involucra a víctimas masculinas», advierte el Departamento de Estado estadounidense.
En Alemania, Australia, Canadá y Reino Unido también se han reportado decenas de casos en los que ciudadanos, nacidos y criados en esos países, han sido las víctimas.
En 2016, las autoridades británicas ayudaron en 1.428 casos de posibles matrimonios forzados, de los cuales 283 eran víctimas masculinas: 20% de los casos.
Imran vivía en Inglaterra.
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Cuando tenía 10 años, viajó junto a su familia a Pakistán, el país de sus padres.
Recuerda que cuando estaba allí lo vistieron con un traje especial para asistir a una fiesta, que terminó convirtiéndose en una celebración enorme.
Según le contó a la BBC, lo sentaron junto a una niña, también vestida con un atuendo elegante.
A los dos les colgaron guirnaldas en el cuello.
No sabía por qué la pequeña y él eran el centro de la atención. Los bañaban en billetes y les daban regalos.
«A mí lo que me llamaba la atención eran la comida y el dinero. No tenía idea de lo que estaba pasando. Sólo pensé que era una fiesta».
Cinco años después, cuando estudiaba para los exámenes de secundaria en Inglaterra, su familia le mostró una foto del festejo y por fin entendió de qué se trataba.
Había sido su fiesta de compromiso.
La niña, de 5 años, era su prima y estaba destinada a ser su esposa, «lo quisieran ellos o no».
Pasó el tiempo.
«Un día, cuando tenía 24 años y trabajaba en el aeropuerto de Birmingham, recibí una llamada en la que me informaron que una de mis parientes más cercanas estaba gravemente enferma».
«Fui la primera persona en irla a ver, quería estar a su lado. Le dije: ‘¿Qué puedo hacer para ayudarte?'»
«Me dijo que cualquier cosa que le pasara a ella, sería mi culpa por no ir a Pakistán a casarme».
Tras mucha manipulación emocional, tuvo que viajar y se casó con su prima.
Pero después de un mes, le dijo a su familia que no podía seguir.
Le dijeron que tenía dos opciones: «Te quedas con tu esposa, compras una casa, tienes hijos, vives tu vida o te desconocemos».
Imran se fue.
El componente sexual
Los matrimonios forzados también pueden derivar de casos en que la sexualidad de la víctima es cuestionada por la familia, afirman expertos de Karma Nirvana, la Fundación AHA y SALCO.Y muchas veces basta con una sospecha.
«Quizás no es homosexual o transgénero, pero la percepción es suficiente para que la familia lo obligue a casarse», indica Parker.
Una persona que se identifique como LGBTQ (lesbiana, gay, bisexual, transgénero o queer) puede ser vista por algunas familias como un individuo que necesita ser «arreglado» a través del matrimonio, señala Konanur.
«Me acuerdo de haber hablado con un jovencito que estaba en el proceso de descubrir su sexualidad. Conversamos sobre el hecho de que a su familia no le complacería descubrir que era gay. Le preocupaba que eso pudiese llevar a un potencial matrimonio forzado», indica la abogada.
«Diseñamos un plan de seguridad para él. Pero pareciera que de alguna manera, la familia supo sobre su orientación sexual», agrega.
«Después sus amigos me contaron que había desaparecido de la escuela. La última vez que tuve contacto con él me dijo que su familia lo había sacado del país y que sus padres lo iban a casar. Intentamos infructuosamente restablecer contacto con él. Meses después un compañero de su escuela nos contó que se había casado y que no regresaría a Canadá