La obsesión por el selfie está llegando a límites insospechados. Vamos, que se nos está yendo completamente de las manos, y no es para menos: desde 2014 han muerto 49 personas mientras intentaban autorretratarse de la manera más absurda original. La edad media de todos ellos era de tan solo 21 años. La mortalidad de esta nueva moda es tal, que incluso ha superado a la provocada por los ataques de tiburones.
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Por lo general, la mayoría de los afectados han muerto por caídas, electrocuciones, disparos de bala, accidentes de avión o accidentes de coche. Las muertes por contacto con una vía catenaria, propia de los ferrocarriles son más comunes de lo que pensamos.
España, líder en selfies mortales
De todos ellos, cuatro han sido españoles. Es lo que por ejemplo sucedió en la localidad de Vegas de Triana, en Jaén, en marzo de 2014. Un joven de tan solo 21 años tuvo la brillante idea de subirse a un tren abandonado para autorretratarse. A él, le siguió otro amigo. Sin embargo, el primero rozó en un primer momento la catenaria de la vía, lo que provocó una descarga eléctrica de consecuencias devastadoras. Su amigo, por otro lado, consiguió salvar la vida aunque sufrió importantes heridas como consecuencia de salir despedido tras la descarga eléctrica, tal y como recoge ABC.
A pesar de la noticia, este hecho volvió a repetirse en 2015, cuando un joven de 14 años tocó con su cabeza la catenaria en la localidad barcelonesa de Rubí. En dicho caso, el herido fue trasladado a dependencias hospitalarias y por el momento se desconoce si sobrevivió o si quedó alguna secuela en su cuerpo.
Junto a ellos, otros casos, como el de Silvia R.A., una joven de 25 años que perdió la vida en Sevilla tras caer por el puente de Triana mientras intentaba hacerse una foto sentada en la barandilla.
India y Rusia, líderes indiscutibles
Pero si hay dos países que pueden considerarse como líderes indiscutibles en la estadística de las muertes por selfie, esos son India y Rusia, tal y como recoge el diario Público.
India lidera el ranking con hasta 18 muertes, lo que ha llevado a las autoridades a establecer zonas públicas en las que autorretratarse está prohibido. Al parecer, durante las inundaciones causadas por los monzones, los más jóvenes descubren paisajes acuáticos nunca vistos para fotografiarse. El problema radica en la posibilidad de perder el equilibrio… y no saber nadar. Por ello, el ahogamiento es la causa más común de muertes por selfie en el país asiático.
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Por detrás de India, está Rusia, con hasta seis muertes. Aquí el problema radica en los denominados como «roofers» y su afición por sacarse fotos colgados de los edificios más altos del mundo y sin ningún tipo de medida de seguridad.
¿Qué es lo peor de todo? Que estos jóvenes están poniendo su propia vida en riesgo con tal de conseguir unos cuantos ‘like’ en redes sociales. Eso es precisamente lo que llevó a Xenia Ignatyeva, una joven de tan solo 17 años, a fallecer tras precipitarse de un puente en el que intentaba retratarse. En la caída, intentó agarrar un cable, que la electrocutó fulminantemente.
El mismo caso fue el que sucedió con Andrey Retrovsky, un joven de tan solo 17 años. Sus seguidores de Instagram le habían animado a seguir con su moda de autorretratarse en las alturas, y un día, él decidió hacer lo propio en un edificio de nueve plantas. Pero, algo no salió bien y murió.
Sin embargo, este tipo de casos se han repetido a lo largo de todo el mundo. En Venezuela, por ejemplo, un hombre murió después de intentarse hacer un selfie con una pistola. Al parecer, el autor accionó sin intención el arma y el desenlace fue fatal.
Un selfie que destrozó a toda una familia
Pero el caso más trágico de todos ha sido, quizás el ocurrido en la localidad de Sintra, en Portugal. Según relata El Mundo, el matrimonio polaco Mackowiak se disponía a disfrutar de su amado Cabo da Roca, un lugar que el propio Michal había definido como «el fin de la tierra y el inicio del mar».
Michal se había dedicado a la fotografía de manera profesional y en Polonia había realizado varias exposiciones en las que había retratado su amada Portugal. Sin embargo, su afición terminó convirtiéndose en su tumba.
En una fatídica tarde de 2014, Michal, su esposa Hania y sus dos hijos paseaban tranquilamente por el Cabo da Roca. El mar rugía y Michal en seguida sintió la necesidad de retratarlo: «como fotógrafo no soy un espectador pasivo sino un cazador activo en busca de la mejor perspectiva, un fenómeno oculto o un detalle raro», aseguraba en una exposición.
Ese afán terminó cuando él y su mujer se acercaron demasiado al oleaje en presencia de los niños. En un momento, alguien tropezó, ambos se cayeron y murieron. Un grupo de españoles llegó al rescate de los pequeños tras oír sus gritos, mientras que los cuerpos tardaron un día en ser localizados, debido al fuerte oleaje.
¿Se nos ha ido de las manos la moda de las redes sociales? ¿En serio somos capaces de poner en juego nuestra propia vida con tal de conseguir que el resto pulse «me gusta» en nuestras fotos? Quizás tengamos un problema.
Con información de MSN