En el Finali Mondiali, en el circuito de Daytona International Speedway, Ferrari celebró sus 70 primaveras con su último one-off, su selecta casta de ejemplares únicos, un modelo construido, customizado, personalizado a semejanza de su propietario. El SP275 RW Competizione, la simbiosis perfecta entre un F12 TdF y un 275 GTB/C de 1964, fue realizado por la división Special Projects de la casa de Maranello. Sus siglas hacen honor a Rick Workman, un médico de Florida, en los Estados Unidos.
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De la exclusividad más acabada, Ferrari concede un nivel más. Para que una compañía con la estirpe del Cavallino Rampante fabrique un auto único se necesita mucho más que dinero: el afortunado cliente debe respirar Ferrari. Un deportivo a medida está reservado para los mejores, no para los más ricos, aquellos apasionados que se desvelan por la historia, el espíritu, el pulso y la iconografía de la compañía.
Ferrari es quien elige. No al revés. No hay postulaciones, ni concursos, ni sorteos. El fabricante estudia quiénes manifiestan honesta devoción por la marca de culto, quiénes expresan sin alarde profunda adoración, quiénes no desacreditarían ese honor de ser elegidos en inversiones, desatinos o negociados. Ferrari busca aquellos capaces de apreciar, valorar y honrar las bondades especiales de haber sido designado a proteger un one-off recompensa de su amor.
Aunque para convertirse en un candidato es menester ampararse en un garage acorde a las circunstancias: el equivalente a un capital grandilocuente. El seleccionado deberá disponer de un mínimo de 20 Ferrari como condición excluyente. Para luego sí sumergirse en un extenso y dedicado proceso de elaboración. Un desarrollo que demandará entre 18 y 24 meses de fabricación, en el que el cliente colabora y supervisa la labor de diseñadores e ingenieros.
«El tiempo de preparación depende de lo claro que tengas tu idea. También depende el tipo de coche que quieras y la complejidad técnica que puede tener el proyecto», resumió el director comercial de Ferrari, Enrico Galliera. La firma italiana ofrece toda su gama de modelos para servir de plataforma a la proyección del one-off. El designado podrá elegir entre V8 o V12, motor delantero o central trasero pero tanto el propulsor como la transmisión respeta la motorización aplicada a los modelos de serie.
Las libertades, claro está, deben adecuarse a una lógica y una imagen que la marca no está dispuesta a perder. Un Ferrari one-off acatará y venerará sus líneas históricas que han llevado al cliente a esta posición de privilegio. «Te llevarás un Ferrari único, pero será el diseño el protagonista, no las prestaciones», advirtió Galliera. Para la entrega del ejemplar único de Maranello, el cliente deberá desembolsar un monto superior a los tres millones de dólares. Lo que tuvo que pagar el médico de Florida para que una Ferrari sin réplicas llevara sus iniciales en su nombre.
Fuente: Infobae