Joe Kenda, veterano del Departamento de Policía de Colorado Springs, oeste de EE.UU., explicó a la BBC su método para detectar mentiras.
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Kenda es ahora presentador del programa investigativo «Homicidio», en el canal Discovery de EE.UU. pero, cuando fue policía en Colorado Springs, su departamento tuvo una de las tasas más altas de detección de delitos en todo el país.
El método «Columbo»
«Como policía no confío en nadie ni le creo a nadie», afirmó Kenda en el encuentro con la BBC. «El comportamiento humano es muy predecible y si tú me dices algo fuera de lo común, eso me va a llamar la atención. ‘¿Por qué hiciste eso? Porque yo no conozco a otra persona que hubiese hecho eso en particular, pero tú dijiste que lo hiciste, ¿por qué?'».
Cuando alguien llega con un relato o denuncia de algo que sostiene que le ocurrió, Kenda quiere discutirlo punto por punto. La supuesta víctima siempre quiere resaltar el hecho central de su relato, pero el detective debe explorar el entorno, los detalles aledaños.
Es una técnica que sigue muy de cerca el método del a famosa serie policíaca «Columbo», en la que el desgarbado detective insiste con preguntas aparentemente inocuas.
«Ah, una cosa más antes de que me vaya. ¿Usted fue al mercado antes o después de ver a su novia?», diría Columbo. Ese es exactamente el juego que un buen detective juega con un interrogado, señaló Kenda. «Porque las personas no pueden recordar todo lo que dijeron, lo que hicieron, cuándo lo que dijeron o hicieron es una invención», sostuvo.
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En póker y en sociedad
Y el análisis va más allá de las propias palabras, también hay una lectura del comportamiento del individuo. «Si en algún momento de esa conversación, levantas la voz, tomas la defensiva o te vuelves evasivo, estás mintiendo», aseguró el expolicía.
Cuando alguien miente y sabe que está mintiendo, siempre hay señales que lo delatan. Esas son las señales que buscan los detectives, como cuando se juega al póker.
Ese juego de cartas se basa en quién puede engañar mejor, por eso los grandes jugadores se vuelven expertos en detectar las señales corporales de sus rivales para sacar información sobre las cartas que esconden: un pequeñísimo guiño, una pulsación imperceptible de la carótida, una mirada fugaz.
Eso mismo observan los detectives durante un interrogatorio.
«Dónde están tus ojos. Mantienes contacto visual, estás nervioso, estás zapateando con el pie, golpeando la mesa con los dedos, estás de cara a la puerta, tienes los pies firmes bajo tu cuerpo para que puedas pararte rápidamente e irte», explicó Kenda. Todas esas manifestaciones corporales están sucediendo inconscientemente en respuesta al engaño y la mentira.
No hay que ir muy lejos para encontrar situaciones similares, indicó Joe Kenda. Sucede a menudo en encuentros sociales. «Cuando conoces a alguien en una cena o una fiesta, hay algo que sucede diferente. No te miran directamente, miran alrededor, miran a otros sitios, miran por encima de tu hombro o por encima de tu cabeza. O a través tuyo pero no directamente a ti».
En eso es lo que se fija. «¿Por qué eres diferente. Diferente al resto de las personas aquí? ¿Qué es lo que pasa. Qué es lo que pasa contigo?»
Los «buenos» mentirosos
Naturalmente, hay personas que son muy buenas para mentir y, en su larga carrera, Kenda se ha encontrado con uno que otro. «Son sociópatas», expresó a la BBC. «Una personalidad de esas no tiene emociones humanas. No sienten amor, ni culpa, no siente compasión. No siente nada de eso».
Eso hace difícil detectar si mienten. Curiosamente, únicamente son capaces de manifestar ira: «¡No me pongas furioso! ¡Si me pones furioso te voy a matar!» Ahí, es donde pueden caer.
El método de Joe Kenda va más allá de sus propios casos. Lo utiliza para analizar declaraciones de los políticos y las personas en el poder.
Un ejemplo fue en 1998, cuando el entonces presidente de EE.UU. Bill Clinton, envuelto en un escándalo con la pasante de la Casa Blanca Monica Lewinsky, dijo directamente a las cámaras de la televisión nacional y mundial: «Yo no tuve relaciones sexuales con esa mujer». Cuando vio eso por televisión, Kenda pensó inmediatamente que estaba mintiendo. Explicó que la cara de Clinton, su aparente ira, el afectado tono de repugnancia en su voz, todo eso estaba diseñado para que el televidente sintiera empatía con el fingido sentimiento del otrora presidente: «¿Cómo puede alguien acusarme de semejante cosa?»
Lo primero que pensó Kenda es por qué estaba siendo tan defensivo. «Inmediatamente me causó interés». Durante la declaración Clinton levantó una ceja y señaló indignadamente con el dedo. Kenda concluyó que estaba haciendo lo que todos (los culpables) hacen: «Creen que la mejor defensa es irse a la ofensiva».