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En la versión 65 de Intermoda Guadalajara, una de las ferias más grandes de América Latina, entrevistamos a una de las expertas más respetadas de la región: Anna Fusoni, analista de moda argentino-inglesa, quien comenzó su carrera de 45 años en Vogue, bajo la batuta de la legendaria Diana Vreeland. Desde los años 70 ha sido la que más ha consolidado la industria de moda de su país, México y también se ha consolidado como una de las expertas de moda a nivel internacional y en lengua española más importantes de la industria.
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En esta ocasión nos habla de cómo están los creadores jóvenes ante un mercado que cambia sus demandas cada vez más rápido.
¿Por qué hay diseñadores que se siguen graduando y solamente terminan haciendo ropa para tres personas?
Hay dos vertientes: si tu quieres ser un diseñador demi couture, de “media costura” (suena horrible en español), es una buena opción, porque vas a tener a mucha gente que te querrá comprar. Si vives en una zona residencial y te conviertes en “el” diseñador de esta zona, siempre tendrás un buen negocio porque siempre habrán eventos sociales. Era una vertiente que no la había entendido hasta que ví un desfile. No entendía por qué invertían tanto en estas telas de estos vestidos de graduación. Hasta que me dijeron que todo lo que presentaba la diseñadora en cuestión regresaba a su pueblo y se vendía. Era altamente rentable, porque también iba para todas las tallas y se podía ajustar. Esa es una vertiente del negocio de moda. Y les va mucho mejor haciendo ese tipo de prendas únicas y caprichos únicos que son un dolor de cabeza, que aventurarse siendo diseñadores más urbanos, más street.
Porque ahí van a tener que trabajar en un entourage, que es poco acotable. ¿Por qué pensamos que hay gente que hace ropa glam? Porque son los más visibles. Pero hay muchos más que están haciendo ropa más casual. Que trabajan en jeans, en camisas, en una serie de básicos, y de vez en cuando, cuando tienen un desfile, se ponen más adornados, pero nada más.
¿Qué les falta a las escuelas de moda actuales para graduar a diseñadores integrales que puedan vivir enteramente de su negocio?
Les falta definitivamente aterrizarlos, darles tres cachetadas cuando van a graduarlos y decirles “Oye, esto es un negocio”, pero también darles herramientas para crearlo. Esto es el plan de negocios, todas estas cosas que, como no son muy atractivas ni seductoras, las escuelas las tienen rezagadas en su plan de estudios. Pero sí las tienen, sería injusto decir que no. Lo que pasa también es que a los chicos no les interesa.
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Entonces medio toman la clase y medio le hacen caso. Hay diseñadores aquí, incluso (Intermoda) que no saben costear sus prendas. Que agarran y dicen: “Me costó tanto la tela y los hilos y el vestido cuesta 80 dólares”. Y dices pues está genial. Pero tengo una amiga que sí sabe costear y una vez que le dieron su valor real, este costaba 242 dólares, porque calculas tela, tiempos, costo de la costurera. Todo lo que va involucrado en el desarrollo de esta prenda. Y los diseñadores en su mayoría no saben cómo hacer eso. Tienen deficiencias muy serias. Si vas a costear, tienes que tener en cuenta la famosa economía de escala. Si haces diez vestidos, obviamente deben costar menos que si haces uno. Entonces debes ir calculando cómo va a ser tu producción.
Vemos que siempre ha estado interesada en los nuevos diseñadores que van surgiendo. ¿Qué ve distinto en esta nueva generación?
Veo involucramiento en lo textil. Los diseñadores se han ido reinventando y crean sus propias telas. Esto a nivel global lo hacen los diseñadores lo hacen para diferenciarse de los demás y en Latam también sucede. Tienes la sublimación (puedes hacer tus propias telas). Todavía el 3D no es tan factible, pero hay mucha intervención de los textiles, de deshilarlos, decorarlos, de hacerles cosas interesantes que te permiten como diseñador ser distinto. Y los llamamos iconizarlos, les pones íconos, símbolos a tus piezas. Lo que está pasando un poco también es que otros creen que pueden desgarrar una tela y presentarla como vestido. Un desfile en el último Google Fashion mostró a tres diseñadores con telas intervenidas pero no se había hecho un buen trabajo de intervención. No puedes rasgar y hacer nudos porque sí.
¿Por qué hay mercados que a pesar de tener el potencial de ser masivos son totalmente inexplorados, como el de las tallas extra? A pesar de que hay marcas geniales en Estados Unidos y Europa, a nivel diseño y mercado masivo en otros contextos es inexistente. Hacen ropa que es francamente horrible.
En la industria de la confección, durante mucho tiempo, el que hacía talla dama y veía las tallas grandes, por ejemplo, solo ampliaba el patronaje sin meterle mucho cerebro al diseño. De la misma manera evolucionaba y hacía ropa de maternidad y así se sacaba la producción en serie de un patrón. Sí creo que es un mercado descuidado e importante, pero hay marcas que lo hacen bien. Marcas, no diseñadores.
Igualmente hay influencers en todo el mundo que hacen que la gente se inspire para buscar estilo, si hablamos del mercado de las tallas grandes. Hay “fatshionistas” en Europa y Estados Unidos (Gafibresh, Nadia Aboulhosn o Stephanie Zwicky ) y en Latinoamérica me gusta mucho Laura Agudelo, “La pesada de moda”. Es genial porque ha hecho de su talla un ícono. Y tiene estilo y se produce. Hace las cosas con tanta elegancia. Deberían inclusive existir muchas más como ella que labren el camino para que en estos mercados la gente se dé cuenta de que es posible involucrar diseño a nivel más grande.
¿Qué demandará el mercado de moda en el futuro?
Queremos ver una fusión entre la moda y los “wearables” tecnológicos, pero es que estos son tan feos. Además están geniales, pero no se han visto mucho en el mercado masivo porque aún no llegamos a la época donde la gente necesite realmente de ellos en su ropa para vivir. Como protección del medio ambiente. Pues entonces, el diseñador seguirá diseñando.
¿Cómo ve las redes sociales y los influencers en el negocio de la moda?
Sirven mucho, porque para un diseñador le dan exposure, la inmediatez es buena, pero las redes sociales han hecho que la moda cambie muchísimo. Las marcas de lujo están batallando aún sobre cómo van a resolver este asunto, mirando cómo van a ser sus tiempos de confección y entrega para que veas instantáneamente todo lo de la pasarela en la tienda. No sé qué tan bueno sea eso. Porque como dice Francois Henri- Pinault (propietario de PPR, que incluye marcas como Yves Saint Laurent y Balenciaga), “Lo bueno tarda. Hay que crear el deseo. Hay que dejar que las cosas maduren y se sedimenten”. No podríamos pensar en que tengo antojo de algo y le pongo sobre con polvo, le pongo agua y ahí está. Una buena carne al horno tiene su proceso. La inmediatez le está complicando todo al gran negocio de la moda.
¿Para dónde cree que va el negocio de la moda?
Le va muy bien. Se producen billones de prendas y de dólares al año. A todas las escalas. Todos están preocupados porque sus ganancias bajaron 2%. ¿Pero te imaginas que solo baje eso? No es nada, pero están preocupados. Porque hay contracción de mercados. En China, por ejemplo, las marcas de lujo tenían mucho éxito porque sus objetos servían para sobornar. Pero eso lo penalizaron con la muerte y se dejaron de comprar bolsas Hermés y demás. Pero se está contrayendo el mercado de lujo. Va a tener que repensar muchas cosas, así como el mercado de Fast Fashion.
Porque al mismo tiempo, en los niveles socioeconómicos más bajos, la gente está empezando a tener mayor conciencia de la basura que genera la moda y la injusticia que hay en el proceso de producción. La gente está comenzando a leer las etiquetas y a entender de dónde vienen las cosas. Nosotros nos quejamos de los millennials, pero hay muchos de ellos que son como guerrilleros. Que se comprometen con causas que las anteriores generaciones no. Eso llevado a escala empezará a afectar a los negocios. Que además hay demasiados. Un día el consumidor, saturado, va a ser más selectivo. Porque tiene una mayor conciencia de lo que está pasando.