Salir del armario es un «gran riesgo» en China, por lo que la mayoría de personas que forma parte del colectivo de: lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI) sigue en la sombra en este país.
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Sólo el 5 % de tales personas se atreven a «vivir su diversidad de manera abierta». Señala un informe elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Departamento de Sociología de la Universidad de Pekín y el centro LGTB de la capital china y presentado hoy 17 de mayo.
«Si sales del armario, te enfrentarás a más abusos, a violencia y otras formas de discriminación. Salir del armario es un alto riesgo en China», afirmó la catedrática de la Universidad de Pekín Wu Lijuan durante la presentación del documento; con motivo del Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia.
Relaciones de familia y en el trabajo
El resultado del sondeo, el más amplio realizado hasta la fecha sobre el tema con más de 30.000 encuestas a nivel nacional, dibuja un panorama difícil para el colectivo LGBTI, sobre todo en las relaciones de familia y en el trabajo.
Sincerarte «con tus amigos creo que es bastante fácil, especialmente en grandes ciudades (…) Pero si quieres hacerlo con tu familia, eso ya es otro tema», comentaba en declaraciones a EFE la directora ejecutiva del centro LGTB de Pekín, Xin Ying.
Este colectivo tiene que ser «invisible» en China, ya que aún se enfrenta a un gran estigma, añade.
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«Se piensa que las personas del grupo LGBTI tienen una enfermedad mental o que son unos gamberros. No es muy seguro (salir del armario), pero creo que está mejorando», precisa la joven, que aprovecha cualquier oportunidad para revelar su tendencia sexual frente a extraños y reivindicar sus derechos.
«Casarse con heterosexuales»
Para estos grupos, una de las conclusiones más preocupantes del informe es que la presión de la sociedad sigue forzando a muchos a «casarse con heterosexuales» para tratar de evitar las críticas.
«La violencia física o emocional es aún una realidad, especialmente en familia», remarca. Los transexuales son los que sufren una mayor discriminación en el país, según el documento, que recoge múltiples casos de acoso escolar, especialmente contra gais.
En China, algunos padres optan por enviar a sus hijos a las conocidas como clínicas de «conversión sexual», que prometen curar la homosexualidad -en algunos casos, a través del uso de descargas eléctricas-, o a hospitales psiquiátricos.
«Todavía hay muchas clínicas», se lamenta la directora Xin Ying, quien calcula que serán más de noventa en todo el país. En 2012, Xin recibió su primer caso en el centro, una joven que pedía ayuda para su novia, que sufría violencia por parte de sus padres y que fue ingresada en un hospital psiquiátrico poco después.
A pesar de esta difícil situación, el estudio destaca que la sociedad china está en plena transición y considera que hay margen para el cambio, pues se encontraron con mucho desconocimiento, pero no tanto rechazo, entre los encuestados.
De momento, el colectivo sigue ganando batallas: este año, varios tribunales aceptaron tratar por primera vez la discriminación a transexuales o la legalización del matrimonio homosexual.