La típica: Tomas una cerveza o agua y las ganas de ir al baño llegan como por arte de magia. Aunque, eso no se queda ahí, luego de la primera vez la rutina, a veces, se repite seguido.
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¿Por qué? La razón detrás de esto es que no puedes detener tu cuerpo a pensar que fue un ALIVIO ir al baño después de un par de tragos, y como tu cerebro registró esa señal de placer, obliga a tu cuerpo a hacerlo lo más rápido posible.
Ignorar la necesidad de ir al baño podría dañar tu estado de ánimo. A eso se suma el daño para la salud. .
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Según la publicación de EME, un doctor del ejército de Estados Unidos compartió un caso sobre este tema: “Un joven soldado llegó a mi después de haberse emborrachado y desmayado la noche anterior. Su vejiga tuvo que aguantar el equivalente a 3 botellas de vino y obviamente colapsó, como si hubiera sido un globo desinflado. Después de eso, el paciente no pudo orinar de manera normal… y hasta ahora no puede hacerlo. De hecho, tenía que meterse un catéter en su miembro de 4 a 6 veces al DÍA”
Eso no es lo único. Si usted es de esas personas que cuando viajan en la carretera son de aguantarse las ganas por una hora o 2 no puede causar daño permanente, pero hacerlo en periodos muy prolongados y de manera frecuente podría perjudicar gravemente la vejiga, sin mencionar que también incrementa el riesgo de desarrollar infecciones.
La vejiga adulta puede aguantar hasta 2 tazas de vino antes de que el cerebro mande la señal de que necesitas orinar. Pero si fuerzas a tu vejiga a aguantar más de su capacidad, obviamente habrá repercusiones.