45 minutos duró la ceremonia donde se despidió al esposo de la reina Isabel II, el príncipe Felipe de Edimburgo. El consorte de Isabel fue despedido en la capilla de San Jorge por apenas 30 familiares.
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Por supuesto, los ojos se posaron en su amada quien lució un traje completamente oscuro incluyendo su mascarilla y sombrero. La mayor parte de la ceremonia la soberana pasó con su cabeza gacha.
En el clímax de la ceremonia, Isabel II dejó escapar lágrimas que apenas fueron visibles por encima de la mascarilla. El príncipe Carlos tampoco pudo ocultar su pesar y lloró por la muerte de su padre, que estuvo a dos meses de cumplir 100 años.
El duque de Edimburgo, que falleció el 9 de abril a los 99 años, tras 73 de matrimonio, descansará en la Bóveda Real del Castillo de Windsor luego de un funeral impregnado de tradición militar y real, que se ha reducido y mostrará su propia personalidad.
Los hijos de Felipe e Isabel — los príncipes Carlos, Ana, Andrés y Eduardo — caminaron detrás del auto. También lo hicieron sus nietos el príncipe Guillermo y el príncipe Enrique, aunque no estuvieron uno al lado del oro.
Los hermanos, cuya relación se ha enfriado tras la decisión de Enrique de renunciar a sus deberes reales y mudarse a California, flanquearán a su primo Peter Phillips, hijo de la princesa Ana.
A petición del duque no hubo sermón, y por protocolo real no hubo elegías ni lecturas familiares. Por su parte, el primer ministro Boris Johnson decidió ausentarse para no interferir con la intimidad familiar.
La ceremonia mereció elogios por parte de la mayoría de los analistas, que destacaron la austeridad y la empatía con los británicos en tiempos del coronavirus que se ha cobrado más de 127.000 vidas en el último año.
