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Despiden a entrenador de un equipo de niños de 10 años por ganar 25-0

La directiva del Serranos optó por pedir al entrenador de los chicos vencedores que abandonara su cargo, al entender que, más que una victoria honrosa, se trataba de una humillación innecesaria al rival.

El fútbol es una competición de de equipos en la que el objetivo, está claro, es ganar los partidos. El espíritu deportivo exige esforzarse al máximo y no dejar de luchar para imponerse al rival. Pero si los involucrados son niños de 10 y 11 años, la situación cambia y el foco pasa a estar en la diversión, en la parte de juego que todavía conserva esta actividad.

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Tal punto de vista explica la decisión que adoptó el CD Serranos, un club de un barrio de Valencia, España después de que su equipo alevín B (10-11 años) derrotara por un escandaloso 25-0 al Benicalap C en un encuentro disputado en la capital levantina el pasado 3 de junio.

Tras ganar por un margen tan exagerado, la directiva del Serranos optó por pedir al entrenador de los chicos vencedores que abandonara su cargo, al entender que, más que una victoria honrosa, se trataba de una humillación innecesaria al rival. “Nosotros fomentamos el respeto. Ha sido una decisión consensuada. Después del revuelo por el resultado, entendimos que el entrenador debía dejar su puesto. No gestionó bien la situación”, declaró Pablo Alcaide, encargado de la cantera del equipo, al diario El País.

El técnico, cuya identidad no ha trascendido, no está de acuerdo. En boca de su abogado, Daniel Revenga, la culpa de tan brutal diferencia no es suya; de hecho, “en ningún caso animó a sus jugadores a que intentasen ampliar el marcador. Al revés, les dijo que dejasen de presionar en campo contrario. Pero el Benicalap C, que no disponía de cambios, seguía atacando y dejaba demasiados espacios”. Se da la circunstancia de que el Benicalap ha perdido todos y cada uno de los 30 partidos disputados durante la liga, marcando solo 24 goles y encajando 247.

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La situación ha reabierto el debate sobre las tremendas diferencias que se observan en ocasiones entre equipos de niños con muy diferente nivel que, por circunstancias diversas, se ven obligados a competir en la misma categoría. En este sentido varios clubes (generalmente los grandes, con cantera potente, como el Barcelona, la Real Sociedad o el Athletic de Bilbao, entre otros) tratan de adoptar medidas para evitar que el rival se sienta herido. Ninguna de estas entidades publica los marcadores ni las listas de goleadores cuando se superan los 10 tantos. El Betis también tienen prohibido a sus jugadores celebrar si se han superado los 20 durante el partido. En el Valencia, el Villarreal o el mismo Barça optan, en estos casos, por medidas técnicas: forzar la sustitución de los jugadores que más estén destacando, obligarles a dar un número mínimo de pases antes de chutar a portería o hacerles manejar el balón con la pierna menos hábil, entre otras. Pablo Alcaide asegura que la misma norma estaba vigente en el Serranos pero el entrenador no la atendió.

Los hay, sin embargo, que no están completamente de acuerdo. Según Raúl Herrera, director de fútbol base del Villarreal, “es igual de irrespetuoso ganar 25-0 que intentar torear al contrario y tirar el balón fuera”. Jordi Lardín, de la cantera del Espanyol, añade: “El respeto al contrario se le demuestra jugando a tope hasta el final del partido”. Además, la Federación Valenciana apunta otro factor que contribuye al problema: los padres. Según aseguran, han intentado mitigar el efecto psicológico de estas goleadas (más frecuentes de lo que pudiera parecer) mediante recursos como no incluir todos los goles en las actas oficiales, pero se han encontrado con llamadas telefónicas de progenitores quejándose de que su hijo “había marcado cuatro goles y no tres”.

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