A fines del siglo XVIII los químicos empezaron a comprender que cada sustancia en el mundo, desde el aire y el agua hasta los metales, las rocas y los organismos vivos, está formada por los mismos ingredientes básicos, llamados elementos.
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Comenzaron a compilar listas de estos elementos, incluyendo cosas como hidrógeno, oxígeno, carbono y metales como el hierro, el cobre y el oro.
Y desarrollaron técnicas para identificar y medir las proporciones de los elementos en sustancias más complejas o "compuestos".
A comienzos del siglo XIX llegaron a comprender que cada elemento estaba hecho de partículas diminutas e indivisibles llamadas átomos, y que los compuestos estaban hechos de estos átomos en diferentes disposiciones y combinaciones.
Fue así como nació la química moderna, que empezó a divisar un sistema para explicar cómo todo está formado.
Pero había algo que aún resultaba un misterio para la ciencia: las sustancias orgánicas.