Es mediados de marzo de 1939 y el joven Kurt, de 14 años, se despide con lágrimas de su madre divorciada Hedwig en un andén de la estación de tren en la Viena nazi.
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El destino del inminente viaje es Reino Unido y el motivo es escapar de la creciente persecución de la ciudadanía judía de Austria.
Desde diciembre de 1938, varios trenes han estado transportando niños judíos desde Alemania y regiones en Europa anexadas por el régimen nazi a la seguridad en Reino Unido, gracias al Kindertransport, un operativo de beneficencia aprobado el gobierno británico.
Muchos niños ya han huido de Austria, dejando atrás a sus abnegados padres que enfrentarán una suerte incierta -en muchos casos, una muerte inhumana-.