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Revolución Francesa: los formidables juguetes mecánicos que la fomentaron

En el siglo XVIII Europa se llenó de autómatas –máquinas que se movían solas imitando las acciones de seres vivos -. Muchas eran juguetes para los ricos, por lo que sirvieron como armas para los radicales.

"Americanos, ¿fue el autómata coronado, llamado Luis XVI, quien les ayudó a sacudir el yugo de sus opresores, o nuestros brazos y nuestros ejércitos?".

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"Un autómata coronado": así describió en un discurso Maximilien Robespierre, uno de los líderes más reconocidos de la Revolución Francesa, a quien fuera rey de Francia, unos meses después de que el destronado monarca perdiera la cabeza en la guillotina en la Plaza de la Concordia de París.

La antipatía de Robespierre hacia la monarquía y todo lo que representaba no sorprende, pero quizás sí la manera de expresarla.

¿Cómo se coló una palabra como "autómata" en la jerga revolucionaria de fines del siglo XVIII?

Un sueño imposible

Durante mucho tiempo, la idea de que las máquinas pudieran comportarse como nuestros cuerpos parecía totalmente fuera de nuestro alcance.

Pero hace unos 600 años, se hizo realidad.

En la Edad Media se desarrolló una nueva forma de tecnología que podía realizar movimientos complejos, controlados y regulares: la mecánica de relojería.

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