Fue un incidente del que se les dijo que nunca hablaran y la advertencia funcionó durante años.
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Era agosto de 1996 y un grupo de 21 poetas, escritores y periodistas iraníes creían dirigirse a una conferencia literaria en la vecina Armenia.
Pero lo que debería haber sido un viaje de rutina se convirtió en una de las experiencias más aterradoras de sus vidas.
Habían contratado un autobús para atravesar las montañas a través del paso de Heyrán, un camino empinado y sinuoso, casi siempre cubierto de niebla, que une dos provincias del norte de Irán.
El viaje, de 18 horas, era agotador. Y uno por uno, los pasajeros se quedaron dormidos.
Pero en las primeras horas de la mañana, su sueño se vio bruscamente interrumpido por el repentino sacudón del autobús que aceleraba con fuerza.
Los pasajeros pudieron ver así como el vehículo avanzaba raudo hacia el borde de un acantilado hasta que, felizmente para ellos, una roca se interpuso en su camino y evitó que cayera a las profundidades.