Di el nombre "Lipton" y verás que la mayoría de la gente piensa en té.
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Pero detrás de esa marca se encuentra la extraordinaria historia de un magnate, publicista, filántropo y deportista que fue reconocido como "el mejor perdedor del mundo".
A principios de diciembre de 1881, un barco de vapor atracó en Glasgow, Escocia, con una carga procedente de América: el queso más grande del mundo.
Con un metro de grosor y una circunferencia de 4 metros, cientos de curiosos se reunieron para ver cómo era transportado a la tienda de comestibles de Lipton, en la calle High Street, donde se percataron de que era demasiado grande para pasar por la puerta.
Sin inmutarse, el desfile continuó hasta otra tienda de Lipton que contaba con una entrada más amplia, donde el queso fue colocado en el escaparate.
Como truco publicitario, fue todo un éxito, pero Tommy Lipton guardaba otra sorpresa: convirtió el queso gigante en una maravilla de oro al esconder una gran cantidad de monedas dentro de él.
Unos días antes de Navidad, Lipton comenzó a cortar el enorme queso.
Los policías luchaban por mantener el orden, mientras los asistentes de Lipton envolvían las rebanadas y las repartían entre la legión de clientes que se habían reunido con la esperanza de una afortunada compra.