Un piano. Un diván. Una jaula de pájaros. Suntuosas alfombras. Muchas lámparas eléctricas.Al lado de la sala de estar, el consultorio de un médico privado. Una mesa médica cubierta con una sábana. Varios vibradores. Y una toma de corriente, para enchufar aparatos eléctricos.
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Así es el escenario de la comedia "El cuarto de al lado o una historia sobre el vibrador", escrita por Sarah Ruhl.
Se desarrolla en la década de 1880 en Nueva York y muestra -entre otras cosas- cómo el recién inventado vibrador fue utilizado por los médicos para inducir el orgasmo en las mujeres diagnosticadas con histeria.
La inspiración para este aspecto de la aplaudida obra fue un igualmente aplaudido estudio académico.
Más precisamente, uno de los estudios sobre la historia del sexo y la tecnología más citados de los últimos tiempos: "La tecnología del orgasmo", publicado en 1999, de la historiadora y ex científica visitante de la Escuela de Ingeniería Eléctrica y Computación de la Universidad de Cornell, Rachel Maines.
"Esta historia se basa en hechos reales. En serio"
La investigación de Maines también inspiró a los realizadores de una película de 2011 llamada "Histeria", que abre con la frase "Esta historia se basa en hechos reales. En serio".
Era algo que valía la pena recalcar pues, de no haber fundamentos firmes, la idea de que los doctores victorianos se la pasaran induciendo orgasmos quizás resultaría demasiado disparatada, aunque en ficción todo se vale.
Pero en la ciencia no. Y la tecnología, así como la historia, lo son. En este caso, tenían la investigación de Maines como respaldo.