Dan McGahn asegura que fue un intento de asesinato.
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Y la víctima fue su negocio, American Superconductor (AMSC). El perpetrador, una compañía china llamada Sinovel Windpower.
Las dos firmas eran socios comerciales; pero Sinovel sobornó a un experto para robar la tecnología clave de la turbina eólica de AMSC.
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Como resultado, AMSC, con sede en Massachusetts, vio colapsar sus ventas, su valor de mercado cayó en US$1.000 millones y tuvo que despedir a cientos de empleados.
"Se intentó el homicidio corporativo", repite McGahn.
Este acto de espionaje industrial fue descubierto en 2011 y, tras una pelea legal de siete años, un juez estadounidense multó a Sinovel el mes pasado con US$1,5 millones, el máximo actualmente posible.