El mundo emergente tiene los ojos puestos en Turquía.
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Los problemas de la economía turca —inflación, déficit, devaluación— se convirtieron en una amenaza mundial durante la última semana, desde que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció un aumento de los aranceles del aluminio y el acero provenientes de Turquía en medio de una riña con el mandatario de ese país, Recep Erdogan.
India, Sudáfrica, México y Brasil son apenas algunas de las víctimas. Los inversionistas se desplazaron de los países emergentes hacia Estados Unidos y Europa en busca de más seguridad ante momentos de tensión financiera y política.
Con eso, los países emergentes, dependientes de los capitales extranjeros, se vieron afectados.
Pero ningún otro sufrió más que Argentina: después de la lira turca, el peso argentino ha sido el que más ha caído durante los últimos días.
Entre el pasado miércoles y este lunes, el valor del dólar en el país sudamericano aumentó casi 9%, llegando al simbólico 30 pesos por dólar, el punto más alto en décadas.
Ante una nueva corrida cambiaria, las autoridades financieras argentinas anunciaron una reestructuración de sus mecanismos de deuda local, aumentaron las tasa de interés (al 45%) y alocaron US$500 millones en el mercado de valores (el martes).